El 18 de mayo de 1895 nacía en Niquinohomo el General de Mujeres y Hombres Libres Augusto C. Sandino. Un día después, el 19 de mayo de ese mismo año caía en combate víctima de las tropas colonialistas españolas José Martí.
Por Luis Alfredo Lobato Blanco (*), Radio La Primerísima.
José Julián Martí Pérez, el “Héroe Nacional de Cuba”, pensador, periodista y poeta cubano, revolucionario de la independencia contra España, nació en La Habana, un 28 de enero de 1853., Desde temprana edad alimentó su espíritu de indignación. Excelente estudiante, desde muy pequeño ingresó al bachillerato en 1866, gracias a su querido maestro Rafael María de Mendive, quien le costeó los estudios. Pero pronto, comenzaría quizás la más importante fuente de enseñanzas para Martí: la primera guerra independentista de Cuba, comenzada en octubre de 1868. Martí apenas tenía 15 años y se nutrió entonces de fuertes concepciones emancipadoras, que pudo volcar luego en algunos poemas, como “Abdala” o “Diez de octubre”.
Un año más tarde, un batallón de voluntarios lo detuvo y acusó de escribir una carta dirigida a un conocido, quien se había alistado en el ejército realista, a quien Martí le dedicaba duras palabras. Esto le valió la detención, primera condena a seis años, y posterior perdón de la pena a cambio de la deportación a España.
Llegado a Madrid a comienzos de 1871, Martí se conectó con los ambientes republicanos de España, que pronto iniciarían decisivas luchas para instaurar la Primera República Española. En aquellos años, Martí se licenció en Derecho y Filosofía, antes de regresar a América. México, Estados Unidos y Guatemala fueron algunos de sus próximos destinos. Comenzó a trabajar como periodista y profesor universitario, en tanto conoció a Carmen Zayas Bazán, con quien se casó en 1877.
De regreso a Cuba, comenzó a conspirar para lograr la independencia de la isla, previo al inicio de una segunda revuelta anticolonial. Por entonces, mientras trabajaba como pasante de un abogado, Martí asistía a mítines secretos, pronunciaba discursos encendidos y presidía círculos revolucionarios. La “Guerra chiquita”, como se le llamó al segundo importante intento independentista cubano, fracasó rápidamente y José Martí fue nuevamente deportado a España. Pero lograría escapar y pronto llegaría a Estados Unidos, país en que residiría durante cinco largos años.
En los años previos al inicio de la tercera y decisiva guerra por la independencia de Cuba, de 1895, Martí escribió numerosos artículos y poemas, muchos de los cuales fueron publicados en periódicos de distintos países americanos, entre ellos, el diario argentino La Nación. En tanto, reinició los preparativos revolucionarios, a sabiendas de que luchaba no sólo por Cuba, sino por una “ancha patria continental”, a la cual acechaba el expansionismo norteamericano. Martí sabía que, mientras Cuba se acercaba a su primera independencia, los países hermanos debían luchar por la segunda.
Martí y el Partido Revolucionario Cubano
Martí fue fundador en 1892 del Partido Revolucionario Cubano, y de su órgano de difusión Patria y, en contacto con muchos luchadores de las guerras anteriores -como el militar Máximo Gómez-, sentó las bases del nuevo alzamiento popular. El Plan de la Fernandina preparado y financiado por el PRC fracasó al enterarse las autoridades estadounidenses del mismo y prohibir la partida de la flotilla revolucionaria. Pero el proyecto siguió adelante. El ejército mambí, repleto de campesinos macheteros, comenzó finalmente la guerra el 24 de febrero de 1895.
Martí y 400 expedicionarios más llegaron a la isla el 11 de abril, desembarcando en Playita de Cajobabo, al sudeste de Cuba. Designado Mayor General del Ejército Libertador, en acuerdo con los otros generales, Gómez y Antonio Maceo, Martí fue alcanzado por tres disparos en un inesperado encuentro con tropas colonialistas españolas. No pudo presenciar el final de una guerra victoriosa, a la que sin embargo le faltaría -como creía para el resto del continente- una “segunda independencia”. Murió el 19 de mayo de 1895 luchando por la independencia de su país y por la unión latinoamericana.
Martí advertía sobre la gran amenaza que se cernía sobre América Latina con el naciente imperio de los Estados Unidos, al que denomina como el gigante de las siete leguas o el pulpo y planteaba la necesidad de reivindicar la identidad latinoamericana.
El conocimiento de la propia tierra y sus habitantes es, para José Martí, clave para el gobierno de nuestros países latinoamericanos y señala el fracaso de intentar aplicar aquí fórmulas ajenas a nuestras culturas: “Las repúblicas han purgado en las tiranías su incapacidad para conocer los elementos verdaderos del país, derivar de ellos la forma de gobierno y gobernar con ellos”.
Plantea la necesidad de conocer la identidad latinoamericana, y de difundir ideas y el conocimiento como las armas más poderosas: “Una idea enérgica, flameada a tiempo, para a un escuadrón de acorazados”. Hacia el final del ensayo Martí hace un llamado a la unión de Hispanoamérica: “el problema (…) puede resolverse, para la paz de los siglos, con el estudio oportuno, y la unión tácita y urgente del alma continental”. (Fuente: José Martí, Nuestra América, La Habana, Editorial Trópico, 1953).
Es evidente, en este sentido la coincidencia con las ideas latinoamericanistas del General Sandino quien en el “Plan de Realización del Supremo Sueño de Bolívar” expresa:
“… sólo debemos pensar en nuestra unificación, y comprender que el imperialismo yanqui es el más brutal enemigo que nos amenaza y el único que está propuesto a terminar, por medio de la conquista, con nuestro honor racial y con la libertad de nuestros pueblos… Los hombres dignos de la América Latina debemos imitar a Bolívar, Hidalgo, San Martín…” y añade:
“Al dejar expuesto el Proyecto original que el Ejército defensor de la Soberanía de Nicaragua presenta ante esta magna asamblea con el alto propósito de realizar la alianza de inaplazables urgencias entre los veintiún Estados dispersos de la Nacionalidad Latinoamericana, nos hallamos plenamente conscientes de la enorme responsabilidad histórica que contraemos con nuestra América y con el Mundo. (Plan de Realización del Supremo Sueño de Bolívar, El Chipotón, Las Segovias, Nicaragua, C.A., a los veinte días del mes de marzo de mil novecientos veintinueve. PATRIA Y LIBERTAD Augusto C. Sandino).
Destinos heroicos comunes
Por otra parte, hay una clara coincidencia en los destinos heroicos del General Sandino y José Martí. Tal como señala el especialista martiano Guillermo Alvarado en su obra “la cabalgata de José Martí hacia la inmortalidad”
Era el mediodía del 19 de mayo de 1895 en el paraje conocido como Dos Ríos, en el oriente cubano, cuando, con el enemigo al acecho, José Martí decidió que era su deber no quedarse atrás, al margen de la batalla y contra la opinión y los deseos de quienes contaban con preservarlo por su valor para la patria, inició la cabalgata hacia el frente donde lo esperaba, no la muerte, sino la inmortalidad.
La historia de esta América Nuestra ha estado marcada por este tipo de sublimes actos de sacrificio, aunque quizás ninguno ha despertado tal cantidad de debates en torno a las razones que llevaron a Martí al alcance de las balas españolas. Y Alvarado se pregunta: ¿Debía estar allí, en la primera línea del combate, un hombre prácticamente imprescindible para la causa de la independencia de Cuba?
Todos los antecedentes y la opinión de los más profundos analistas indican que el decidió que sí, que su lugar estaba donde era más útil en ese instante, que para hacer realidad el principio de “con todos y para el bien de todos” la retaguardia no era sitio para el Delegado del Partido Revolucionario Cubano. Estaba, además, honrando la tradición mambisa de que el jefe siempre está en la vanguardia de la tropa.
La muerte de uno de los pensadores más extraordinarios que ha nacido en este hemisferio fue un golpe muy duro, pero la semilla estaba sembrada y en Dos Ríos germinó con la sangre del patriota.
Si bien hubo el artero propósito de esconder toda la profundidad de sus ideas durante la república neocolonial, de tergiversar su pensamiento o llevarlo al campo de la leyenda, a donde los demás no pudiésemos alcanzarlo, pronto llegó el tiempo de la cosecha. En idéntico sentido nuestro General de Mujeres y Hombres Libres afrontó la lucha con la firme convicción de no cesar hasta que el yankee invasor fuera expulsado de nuestras tierras como así fue, sin obviar ninguna táctica de lucha y aun sabiendo que a pesar de las difíciles condiciones políticas lo importante era anteponer los intereses patrióticos a su propia vida. (Guillermo Alvarado, La cabalgata de José Martí hacia la eternidad, 2017)
El ejemplo de José Martí continuó en 1953 cuando un puñado de patriotas, al mando de Fidel Castro, asaltó el cuartel Moncada justo en el año del centenario de su natalicio y cuando sus ideas parecían condenadas a languidecer.
No en balde el líder de la Revolución cubana comandante Fidel Castro lo declaró autor intelectual de aquella gesta que condujo al triunfo de la Revolución en las primeras horas del 1 de enero de 1959, momento a partir del cual el Apóstol de la Independencia volvió con toda su fuerza.
La Revolución: obra cumbre de Martí y Sandino
La Revolución fue el marco para que toda la magnitud del pensamiento martiano saliese a la luz y se difundieran, dentro y fuera de Cuba, sus ideas sobre la unidad, la justicia, la lealtad, el patriotismo, la ética y, por encima de todo, el antiimperialismo y la defensa de nuestros pueblos ante las apetencias de la poderosa nación del norte.
Hombre profundo, Martí, como nuestro General Sandino, enseñó a diferenciar al pueblo de Estados Unidos de quienes lo gobiernan, y así lo plasmó cuando dijo: “amamos a la patria de Lincoln, como tememos a la patria de Cutting”, idea que hoy día adquiere singular importancia.
Martí y Sandino, por sus ideas y acción continuada al servicio de los humildes los acompañan en la inmortalidad, entre otros, Antonio Maceo, Máximo Gómez, Simón Bolívar, Farabundo Martí, Augusto Sandino, Ernesto Guevara y Salvador Allende. En los últimos años se invitaron a este poderoso contingente Hugo Chávez y Fidel Castro.
Sandino es continuador de las ideas y práctica de José Martí llevaría a la práctica, enriquecido con nuevos aportes a la lucha de liberación, el pensamiento independentista de esos y otros luchadores, como Simón Bolívar y Francisco de Miranda.
Coincidencias históricas atan la vida de esos dos combatientes: la búsqueda de un camino para enfrentar la explotación y la mezcla de sentimientos amorosos y patrióticos, en los que pesaban más los últimos.
Aunque el aporte principal de estos heroicos hombres fue aglutinar a sus fuerzas en la lucha contra la explotación.
Martí creó las bases, estatutos y reglamento del Partido Revolucionario Cubano (PRC), en el siglo XIX, en tanto Sandino lideró un colectivo guerrillero heroico que servía de instrumento político a su ejército para conducir la lucha armada en el siglo XX (“Martí y Sandino: Símbolos de la unidad de dos pueblos hermanos” Representaciones diplomáticas de Cuba en el exterior, Managua, 2020).
Fue la labor política de Sandino y de aquel colectivo los que inspiraron a los jóvenes revolucionarios en los años 70, a crear el destacamento Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), cuyos militantes, bajo la bandera roja y negra condujeron la lucha antimperialista hasta la victoria final en 1979.
Precursores del antiimperialismo
Otra coincidencia entre esos héroes es que ambos se percataron a tiempo del enemigo de Nuestra América. Martí advirtió el peligro de esa fuerza terrible que se erigía sobre el continente, los Estados Unidos de América.
A Sandino le tocó enfrentarlos, hasta que, con ingeniosas tácticas guerrilleras, logró expulsar a las tropas invasoras norteamericanas de Nicaragua.
Como se señalaba recientemente “a Martí y a Sandino hay que estudiarlos, y mucho, pero, por sobre todas las cosas, tenemos que pensarlos y sentirlos profundamente como tenemos que aprender a vivir y obrar martiana y sandinistamente, hoy más que nunca. En sus ideas y actuar consecuente de estos hombres transidos de amor, que pudiendo tener, prefirieron ser y echaron su suerte con los pobres de la Tierra, están las y esencias, como lo están en su perenne apuesta por la virtud y en la pasión inmensa, infinita, por Cuba y por Nicaragua”.
Ambos nos convocan a no olvidar jamás su principal lección, cuando aún falta mucho por hacer en nuestro continente.
Y cito textualmente: Al decir de Martí “los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas. Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.”
Nuestro comandante presidente Daniel Ortega Saavedra con ocasión del prólogo al libro Obra Fundamental del inolvidable Aldo Díaz Lacayo expresaba en marzo de 2006:
“De un pueblo convencido que solo la unidad de los nicaragüenses” la unidad latinoamericana y caribeña, de Bolívar, de Martí, de Sandino, y la unidad de los pueblos del mundo nos permitirá erradicar la pobreza, las desigualdades, para alcanzar esos grandes y hermosos objetivos, soñados por nuestros antepasados y demandados por las nuevas generaciones” (Daniel Ortega Saavedra, Prólogo a Carlos Fonseca Obra Fundamental de Aldo Díaz Lacayo, junio de 2006)
Estamos entonces, claramente convencidos que al igual que José Martí fue fuente de inspiración para la independencia y revolución cubana, nuestro General de Hombres y Mujeres Libres, Augusto C. Sandino fue la base principal para la verdadera independencia nicaragüense por medio del Frente Sandinista de Liberación Nacional, expresión genuina para alcanzar la Revolución Popular Sandinista y su continuidad en su segunda etapa a partir de 2007.
(*) Doctor Luis Alfredo Lobato Blanco, docente e historiador. Actualmente Vicerrector de la UNAN-Managua. Ponencia ofrecida el 20 de mayo de 2024, ante la comunidad universitaria.