Por nuestros muertos, ¡juramos seguir adelante!


Este sábado, las unidades de victoria del Frente Sandinista de Liberación Nacional en Matagalpa organizaron un acto político cultural para rendir tributo a los tres internacionalistas y los dos nicaragüenses asesinados el 28 de julio de 1986 en La Zompopera, Pantasma.

Ginebra, Suiza. Radio La Primerísima


Vea en este enlace la imágenes del homenaje a los internacionalistas en Matagalpa

En ese cementerio están sepultados los tres internacionalistas, Joel Fieux, Yvan Leyvraz, y Bernd Koberstein; los nicaragüenses William Blandón y Mario Acevedo, están enterrados en Managua y San Miguelito, respectivamente.

Durante el acto de este sábado, el internacionalista Andrés Fadda, representante de los Comités Europeos de Solidaridad con la Revolución Sandinista, leyó el siguiente mensaje:

Recordamos su vida y por qué los mataron

Queridas compañeras y compañeros:

Entre 1986 y 2024, ¡cómo ha cambiado Nicaragua! Sobre todo desde el nuevo Gobierno Sandinista en 2007, hubo tantos cambios en las escuelas, en los hospitales, en las viviendas. También las numerosas carreteras son un cambio impactante. Definitivamente, uno puede ir a trabajar con menos dificultad hasta en el lugar más retirado y los turistas pueden conocer Nicaragua y sus tantos lugares bonitos.

Hoy en día sí se puede ir a pasear en el campo, sin complicaciones de transporte porque hay carreteras donde antes sólo había trochas. y sobre todo se puede ir a pasear en el campo sin miedo que nos mate la contra. Es como un sueño poder ir a pasear a Mulukukú, a Yali, a Wiwili, saboreando el clima, la vegetación y la gente misma que está paseando a la orilla de la carretera comiendo sorbetes.

Hace 38 años, salir al campo era salir temprano a trabajar y regresar siempre antes de la noche. Porque las carreteras eran malas, lodosas, derrumbadas. Porque el campo era peligroso, y no se les permitía a los nicas y a los internacionalistas que salieran a simpatizar con el pueblo nicaragüense, para ayudarlo, para trabajar a su lado. Entonces, en los años 80, muchos compañeros y compañeras dejaron la vida yendo al campo.

Eso les pasó a tantos nicaragüenses. Y a internacionalistas también. Entre ellos, Joël el Francés; Yvan el Suizo; Berndt, el Alemán; Mario y William los nicaragüenses, asesinados por la contra regresando de Wiwilí, donde trabajaban para concretizar la Revolución Popular Sandinista.

Para los compañeros y las compañeras que los conocieron, fue un dolor inmenso. Pero los actos que se han celebrado desde la terrible fecha del 28 de Julio de 1986 en Zompopera, año tras año, estos actos nos permiten mantener el recuerdo de ellos y sobre todo el recuerdo del por qué los mataron.

Hoy podemos ir a pasear en el campo. Es también por sus esfuerzos y sacrificios. Hoy podemos disfrutar lo lindo que es Nicaragua siempre recordando a nuestros compañeros.

Por estos muertos, nuestros muertos, ¡juramos seguir adelante!

Gerald Fioretta, Johnny Berent, Nicolas Vernier, Philippe Sauvin, Viviane Luisier, internacionalistas suizos

El suizo

Entre las víctimas de la emboscada estaba Yvan Leyvraz, obrero de la construcción, nacido en Saint-Cergue, Suiza, en 1954. Había llegado a Nicaragua a principios de 1983, Yvan puso sus conocimientos y sus capacidades al servicio del proyecto revolucionario al cual se integró totalmente. Para el verano de 1983, era jefe de obra en la construcción del puente de Guanacaste (Matagalpa), allí dirigió las brigadas de solidaridad formadas por los comités suizos.

En 1984, Yvan impulso las “brigadas obreras” integradas por trabajadores de la construcción suizos y nicaragüenses. Una de las primeras realizaciones de estas brigadas fue la cooperativa de Yale que fue atacada por la Contra el 31 de mayo de 1986.

En abril de 1985, Yvan trabajó en la construcción de viviendas en la zona de Wiwilí y luego a partir de mayo de 1986, en la zona de El Cuá-Bocay. Un trabajo desarrollado en condiciones difíciles, pues en mayo de 1986, una primera emboscada en Zompopera costó la vida a tres técnicos nicaragüenses.

Unos meses antes, en febrero de 1986, el internacionalista suizo Maurice Demierre había sido asesinado en otra emboscada en la zona de Achuapa. Un Comando que participo en la emboscada declaro luego que dada las “reacciones flojas” del Departamento Suizo de Asuntos Exteriores (DFAE), los dirigentes contras determinaron que los internacionalistas constituían un “blanco interesante”.

En junio de 2020, junto a la tumba de Yvan Levraz fue sepultado su entrañable amigo Orlando Blandón, un combatiente sandinista de toda la vida.

El francés

Joël Fieux llegó a Nicaragua en 1980. Y allí se quedó, inspirado por el entusiasmo popular suscitado por la Revolución Sandinista. Joël no se quedó saboreando. Se comprometió con el proyecto revolucionario y trabajó con los campesinos en el Norte del país. Poco antes de su muerte, otro brigadista, Daniel Noël, lo entrevistó en Matagalpa en 1986.

“Lo que temo, es no poder asistir a la realización completa de la Revolución Sandinista. Temo morir a la vuelta de un camino de forma estúpida, volado por una mina puesta por un mercenario en la carretera a Jinotega”, declaró.

Joël Fieux es el que nos habla. ¿Será que el joven voluntario francés asesinado el 28 de julio pasado por los contras, armados y dirigidos por Washington, intuía su propia muerte?

Daniel Noël, quien vive en Libourne, es miembro de una brigada de solidaridad con Nicaragua. Los días, 8, 9 y 10 de junio pasado (1986), estaba en Matagalpa donde conversó largamente con Joël con su grabadora encendida. Daniel nos mandó la transcripción de las dos cintas grabadas durante estos encuentros.

Estas entrevistas, explica Daniel, “se desarrollaron de manera informal alrededor de la mesa familiar, con un Joël radiante porque su esposa Fátima, con quien estaba casado desde 5 años y vivía en Managua, donde trabajaba de periodista, así como su hijo Oswaldo, nacido el 19 de julio de 1985, ya estaban reunidos desde hacía quince días.

Daniel evoca en las calles de Matagalpa a “Joël, conocido por todos, bromeando con todos y sintiéndose feliz en medio de este pueblo que amaba”.

Damos la palabra a este testigo comprometido, lucido, caluroso y valeroso que fue Joël.

Durante una conferencia organizada por la madre de Joël Fieux y sus amigos, que se encontraban de visita en Ris-Orangis por invitación del Comité local Francia-Nicaragua, los miembros electos del ayuntamiento tuvieron la idea de honrar al muchacho dándole su nombre a un club juvenil que se estaba construyendo entonces detrás del instituto Albert Camus. “El Club Joël Fieux se inauguró en diciembre de 1991.
Joël Fieux con Yvan Levraz en Wiwilí, 1985

“El entusiasmo existe y no ha bajado pero la energía del proceso revolucionario ya no solo es el entusiasmo, se basa sobre realizaciones concretas y las perspectivas que percibe la población…

“Estos campesinos del norte no huirán frente a la agresión porque benefician de todo el proceso revolucionario y tienen armas para defenderse…

“Por ejemplo, Yale es un pueblito, en el camino a Bocay, que ha sido atacado tres veces por la contra. Tiene ochenta y cinco casas. La última vez, la contra mando para arrasarla a ochocientos o mil de sus bestias. Los quince milicianos nicaragüenses ahí murieron, la contra solo pudo quemar diez casas y, ya al día siguiente, los campesinos, después de haber enterrados a sus muertos, se pusieron a reconstruir…

“La guerra llevada contra el pueblo de Nicaragua tiene como objetivo destruirlo económicamente, moralmente y físicamente. Llegamos a reconstruir a las cooperativas pero es imposible reemplazar a los hombres. Sobre ciento cincuenta cuadros del departamento de Matagalpa nombrados hace cinco años, ciento cuarenta y siete han sido asesinados”.

Joël iba a ser el número ciento cuarenta y ocho. Tenía como misión el mantenimiento de las radios puestas a disposición de los campesinos, a lo largo de la frontera con Honduras de donde salen los contras. No había podido encontrar a una escolta militar pero tenía que ir cueste lo que cueste.

1980. Joël Fieux (derecha) con un compañero ante el estudio de Radio Insurrección, en Matagalpa.

Daniel Noël subraya que su muerte así que la de sus dos camaradas, un suizo y un alemán del Oeste fue un acto voluntario para sembrar el terror. Los voluntarios circulaban a bordo de un Toyota, vehículo que no utiliza el ejército nicaragüense. Los Contras no pudieron confundirlos con militares.

Así murió Joël, valeroso francés quien honora nuestro país cuyas autoridades, de derecha, se callan con el pretexto de que no había cumplido con el servicio militar y que tenia ahora la nacionalidad nicaragüense.

En esta conversación premonitoria, algunas semanas antes de morir, Joël se justifica sobre este asunto: “Mi mayor pena son los compañeros que desaparecen en la tormenta de la guerra. También tengo pena de no haber podido beneficiar de la amnistía de 1982, después de mi insumisión (al servicio militar francés), por culpa del papelero acumulado en la embajada de Francia en Managua que no juzgo importante informarme a tiempo de esta posible amnistía. Después. No tengo tiempo para apelar de esta decisión”.

El alemán

“Sean capaces de sentir en lo más profundo cualquier injusticia, cometida contra cualquiera, en cualquier parte del mundo, pues es la cualidad más linda de un revolucionario”. Esta cita del Che Guevara se encuentra en la lápida de Berndt Koberstein en el cementerio de Matagalpa. Berndt, alemán de Friburgo, fue asesinado por la Contra el 28 de Julio de 1986, poco antes de cumplir sus 30 años.

Berndt Koberstein en Wiwilí.

Berndt Koberstein había viajado a Nicaragua en abril de 1986 a los 29 años de edad para trabajar en un proyecto de agua potable en la ciudad de Wiwili. Hasta entonces, la fuente de agua para la población provenía del rio Coco, lo que provocaba muchas enfermedades.

Debido a su condición de miembro del DKP (Partido Comunista Alemán) era difícil para él, conseguir un trabajo en la República Federal de Alemania. En la escuela, los centros de formación o las empresas, Berndt venia tildado de “agitador” por sus posiciones críticas y a favor de los trabajadores.

Llegó al norte de Nicaragua a través de la Asociación Friburgo-Wiwilí. Participó con financiación de la ciudad de Friburgo y la Comunidad Europea en la construcción de siete kilómetros de tubería para traer el agua desde un arroyo de montaña en el cerro Kilambé hasta el pueblo. En condiciones difíciles, con el calor y el lodo a lo largo de la obra, soldaba los tubos que pronto llevarían el agua potable.

No sólo se trataba de construir una línea de agua. Se trataba de reconstruir mucho más en el país que, guiado por los guerrilleros sandinistas, había puesto fin a 42 años de dictadura del clan Somoza.

Wiwilí –como muchos pueblos de la Nueva Nicaragua– vio florecer los puestos de salud, las escuelas, las cooperativas y tantos otros proyectos que provocaron el odio del gigante del Norte gobernado por Ronald Reagan. Se trataba de comenzar de nuevo y particularmente en Wiwilí, era una labor gigantesca ya que la ciudad estaba situada en el frente de guerra.

En 1983, Albrecht Pflaum, conocido como “Toño”, médico voluntario, participó a la construcción de un centro de atención médica en este pueblo. Toño Pflaum era también originario de Friburgo. En abril de 1983 fue asesinado durante un operativo de la Contra. Su convoy fue atacado en una emboscada que duró 5 horas. Albrecht Pflaum murió junto a dos enfermeras, tres técnicos nicas, cinco reservistas así como varios civiles cerca de Wiwilí, en La Zompopera.  En Alemania federal, la emoción fue grande y se cuestionó entonces la actitud del canciller Helmut Kohl y su alineamiento a la estrategia norteamericana.

Berndt integró entonces el comité de solidaridad con Wiwilí constituido a raíz de la muerte de Albrecht Pflaum. Conoció Nicaragua por primera vez en octubre de 1984 como miembro de la Brigada Carlos Fonseca del Partido Comunista Alemán. En Managua, la brigada construyó una planta de impresión para la Juventud Sandinista y Berndt trabajo allí dos meses.

Pre-escolar Berndt Koberstein, construido en 1989 por la Brigada Carlos Fonseca del DKP

De vuelta en Alemania, siguió participando en las acciones del comité de solidaridad de Friburgo. Fue a través del comité que logró volver a Nicaragua. En su país, Berndt confrontaba sus ideas y su experiencia a la luz de la realidad nicaragüense. Muchas de sus cartas dan cuenta de su profunda reflexión acerca del proceso revolucionario en el contexto de la agresión.

Siempre tomaba en cuenta las incidencias sociales de sus actos: se preguntaba cuál iba a ser el impacto de la llegada del agua potable en un pueblo donde decenas de personas vivían de la venta de “agua potable”. Se tuvo que organizar varias reuniones para explicar el proyecto y poco a poco integrar a los vendedores de agua en el proyecto financiado por los Europeos.

Recién llegado, escribió desde la localidad de Wiwilí diciendo: “Este es el mejor trabajo que he hecho”. Sin embargo, también el más peligroso, debido a que desde 1980 el presidente de EEUU Reagan no sólo impuso un embargo económico contra Nicaragua, sino creó y apoyó a la contrarrevolución.

Concretamente, Berndt no podía salir con los técnicos hacia el sito de las obras, sin protección militar. Varias veces escuchó las ráfagas o los morterazos muy cerca pero decidió quedarse en Wiwilí para terminar el proyecto. Fue lo que escribió tras el secuestro de ocho brigadistas alemanes por la contra en mayo de 1986.

El secuestro ocurrió en el mismo camino y en el mismo lugar, donde fue asesinado el médico Pflaum, “La Zompopera”.

Y también el mismo sitio por donde pasaba el vehículo en el que viajaban Berndt, Yvan, Joël y los nicaragüenses Mario Acevedo y William Blandón, el 28 de julio de 1986. La Contra emboscó el vehículo asesinando a los 5.

Durante la visita de la delegación de Friburgo, en marzo de 2004, Arquímedes Colindres Vásquez, presidente de la asociación para el desarrollo del distrito de Wiwilí, declaro que “La amistad que nos une se cultiva en la sangre de los guerreros muertos».

En Friburgo, el puente que era conocido como “puente azul” se llama desde septiembre 2003, por decisión del consejo municipal, “puente de Wiwili”. En cada ribera del puente, dos placas recuerdan a ​​ Albrecht Pflaum y Berndt Koberstein.

Placa sobre el puente “Wiwili» en Friburgo (Alemania).

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