El amor y la verdad en tiempos del COVID 19

Cuando una vez más creíamos haberlo visto todo, la derecha golpista y sus puchos se han encargado en las últimas semanas, de seguirnos asombrando con su monumental estupidez y sus patéticos despistes, por su falta de contacto con la realidad del país en el que equivocadamente nacieron, despistados congénitos.
Por Carlos Fonseca Terán

Cuando hace como dos semanas la gente común y corriente, la gente normal, estaba con el alma en vilo esperando y siguiendo la pelea de nuestro campeón, Román González (el popular y carismático Chocolatito, ejemplo para la juventud nicaragüense por su humildad, disciplina y sensibilidad humana), los puchos desataron su ira con impotencia y frustración, tan torpemente como sólo ellos saber hacerlo, expresando su deseo de que el boxeador nicaragüense perdiera la pelea, sólo porque no piensa como ellos, mostrando así estos especímenes políticos entre otras cosas, su perversa falta de patriotismo y su entraña antidemocrática neo somocista. Finalmente, los puños del Chocolate pusieron todo en su lugar.

Esa entraña neo somocista había sido demostrada también poco antes, cuando un grupo de puchos en su cuartel general de la UCA y tan cobardemente como también sólo ellos saben hacerlo, quisieron linchar a un muchacho por el simple hecho de que le encontraron un carnet del supermercado de la Policía; entonces los titulares de los medios puchos eran "estudiantes capturan a fanático orteguista", insinuando con ello que el hecho de ser sandinista justifica que a alguien se le agreda a mansalva. ¿Quiénes son ellos para capturar a nadie? O sea, cuando la Policía detiene a un sospechoso de cometer actos delictivos es "secuestro", pero cuando una horda enloquecida agrede a un ciudadano por pensar distinto a ellos, es "captura".

Luego vino lo del equilibrista Nick Wallenda, que atravesó sobre una cuerda floja el cráter del volcán Masaya con su lago de lava ardiente. Mientras el común de los nicaragüenses cruzaba los dedos con el alma en vilo, esperando que el hombre llegara a la otra orilla, los puchos eran comidos por su ansiedad esperando que el famoso acróbata no llegara a su destino, y hacían hasta el más inconcebible de los ridículos para descalificar semejante hazaña.

Ahora le tocó el turno nada menos que al COVID19, y esto ya es el colmo. Para empezar, los puchos no pueden disimular su deseo de que venga el coronavirus y les dé una ayudadita en su labor desestabilizadora de la economía y del país en general. O sea, a falta de apoyo popular, sus esperanzas están cifradas en Trump… ¡y en un virus! (bueno, hay que reconocer el parecido entre ambos), pero parece que el COVID19 no se da por enterado y está más interesado en desestabilizar al propio Trump, alejando las posibilidades de una reelección este año por su pésimo manejo de la epidemia en EEUU.

Como es sabido, los sandinistas tenemos ya algún tiempo de hacer marchas todos los sábados, manifestándonos alrededor de diversos temas. Esta vez, el llamado de nuestra dirigencia fue a mostrar nuestra disposición, unidad y organización para enfrentar al virus que quieren reclutar los puchos para su causa, más perversa que el virus mismo, aún ausente en nuestro país, no se sabe si porque no quiere sumarse a los puchos o porque la marcha sandinista en su contra lo tiene asustado. La marcha fue también en solidaridad con los países afectados por la nueva pandemia.

Pero bueno, el asunto es que entonces los puchos se desataron otra vez, como cuando la pelea del Chocolate y la acrobacia de Wallenda, pero ahora poniendo el grito en el cielo por la supuesta irresponsabilidad de convocar a una marcha cuando en los países con el COVID19 se hacen llamados a evitar las aglomeraciones de personas, pero lo curioso es que ellos, los puchos, "denuncian" la marcha como irresponsabilidad gubernamental frente a la posible epidemia, desde sus celulares en restaurantes, discotecas y demás centros de esparcimiento abarrotados de gente.

El contenido de la marcha obedeció también a la necesidad de hacer contrapeso al nerviosismo y la histeria colectiva que ha sido alentada por los mismos de siempre, los propios puchos, ahí sí, de manera irresponsable, esparciendo falsas noticias sobre supuestos casos que no se han querido reportar, así como fomentando y practicando el acaparamiento, en el que se destaca la compra absurda y compulsiva de papel higiénico, un producto que ni es prioritario a la hora de prepararse para una situación de crisis, ni tiene nada que ver con la epidemia. Algo similar ocurre en el resto del mundo, y se trata simplemente, según leí en un artículo, de un comportamiento de imitación a los demás frente al peligro en una situación de estados alterados de la conducta, conocido en psicología social como "comportamiento de oveja"; ¿les suena a algún fenómeno que se dio allá como por el 2018?

A diferencia de muchísimos países y gracias a la Revolución, aquí somos un pueblo organizado y bajo la conducción de su vanguardia revolucionaria, el FSLN, hasta en el último rincón de nuestro territorio nacional, lo que nos permite, a pesar de nuestros modestos recursos materiales, estar en mejores condiciones que la mayoría de países de la región para enfrentar esta y cualquier otra epidemia.

Pero claro, eso no lo saben los puchos, porque ellos viven en otra realidad, una especie de universo paralelo; se trata de la esquizofrenia política producida por la falta de contacto con el pueblo, que es transmitida por la oligarquía conservadora vergonzante a sus hijos de casa, los medio pelo que la siguen y admiran, y que son despreciados por ella, como les pasó en su momento a los liberales, que ahora adornan con su notable y repulsiva presencia la fauna puchesca golpista para poner más aún en evidencia el carácter de ésta como representante de la más rancia clase política libero-conservadora corrupta y vendepatria.

Esa misma clase es la que gobernó este país durante casi los 200 años que han transcurrido desde su independencia, a excepción de los escasos 23 años en que ha gobernado el sandinismo, interrumpidos por los tres gobiernos libero-conservadores de la pesadilla neoliberal, que hicieron de Nicaragua una chureca política y moral en la que nunca, jamás podrán convertir otra vez a nuestra patria estos degenerados sinvergüenzas que se aprovechan de la ignorancia y estupidez de algunos, y en ocasiones, de la buena voluntad de otros, que cada vez son menos.

Y es así porque cada vez son más los nicaragüenses que toman conciencia de la realidad nada virtual de un país en el que sólo ha habido esperanza, bienestar y felicidad para el pueblo durante esos escasos años en que éste se ha gobernado a sí mismo, organizado y unido alrededor de la única fuerza política que defiende sus intereses y la dignidad de la nación: el Frente Sandinista de Liberación Nacional, bajo el liderazgo de quien junto a Sandino y Carlos Fonseca, ha sabido estar al frente de la lucha por la justicia y la libertad en este país: el Comandante y Presidente Daniel Ortega Saavedra, curtido en mil batallas y victorioso como pocos líderes revolucionarios en la historia

Esta Revolución, la más generosa de la historia, con su particular alegría, su juventud, su canto y su encanto, que son más contagiosos que el COVID19 y que cualquier mentira de los enemigos de siempre de nuestra patria y de nuestro pueblo, que están plenamente identificados y controlados por el mismo pueblo.

Por eso y muchas cosas más es que siempre serán derrotados como lo fueron las tropas yanquis a manos de nuestro glorioso General Augusto C. Sandino, con cuyo ejemplo seguimos hoy enfrentados al Imperio, y como lo será también cualquier virus biológico, político o ideológico que pretenda penetrar nuestro territorio nacional y la conciencia de este pueblo revolucionario, combativo e invencible.

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