Retórica, me decía un amigo recientemente. Vos decidís tomar un hilo e ir cosiendo episodios históricos que den sentido a lo que estás planteando. Un relato, entonces. Una interpretación que para algunos podría ser sesgada, y para otros no. Construimos relatos siempre, pienso. Es parte de nuestro ser. Nos gusta contar historias, las cuales tienden -además-, a luchar entre sí, a contraponerse. A disputar sentido y hegemonía, dirían personas con mayores conocimientos en el tema.
Por Ernesto Paredes-Pérez
Decía Nietzsche que no existen hechos, sino interpretaciones. Nos posicionamos en nuestro tiempo, y desde aquí hilamos hacia atrás. Válido, pero no me termina de convencer. Es cierto en parte porque una frase dicha hace 4 décadas, por un personaje particular, a la luz de nuestros días, podría ser interpretada de muchas formas. Pero una casa, es una casa. Ayer, hoy y siempre. Ese es un hecho tangible, real, palpable; que no admite más interpretación que lo que es: una casa. Y así, varias cosas.
En Walanwás (Rosita, Caribe de Nicaragua), 64 familias tuvieron por primer vez energía eléctrica en sus casas. 335 habitantes de esta comunidad indígena mayangna tiene, hasta ahorita, lo que para nosotros es un servicio básico, la cotidianeidad. Al cierre de mayo, la cobertura eléctrica alcanzó el 97.7 por ciento. En 2006 era de 54 por ciento, en medio de apagones que duraban hasta 12 horas. Solo 1 de cada 2 nicaragüenses tenía acceso a electricidad. Ese es un hecho.
En Jinotega, se inaugura en el Hospital Victoria Motta la extensión de la sala de neonatos “Familia Canguro”. Una estrategia, según la UNICEF, de probada efectividad para reducir la mortalidad neonatal. Otro hecho. Las Casas Maternas, estrategia nicaragüense que ha salvado vidas de recién nacidos y las madres, seleccionada por la OMS como un caso de éxito en 2018. Otro hecho.
Estalla una pandemia. Se extiende el miedo en el mundo. En Nicaragua llega tarde, en comparación con los países de la región. Pero el mundo debe continuar. Algunas familias, con entendible temor, prefieren que sus hijos e hijas no asistan a clases. Sin embargo, la educación gratuita es un derecho adquirido del nicaragüense, después de muchísimos sacrificios, y esta situación no nos lo puede arrebatar. ¿Solución? Teleclases. Se da reforzamiento escolar -hasta clases de baile- a través de televisión y radio. Toca adaptarse. Otro hecho.
Nos falta Hollywood, me repite constantemente una amiga. ¿Cómo es posible que no estemos con el pito y el tambor con estas cosas?, agrega. Tiene razón. Pero es que se suceden tan vertiginosamente este tipo de noticias, que nos acostumbramos a escuchar simplemente (sin prestar real atención) a tanto avance. Y porque también, lamentablemente, se nos van los días intentando apagar incendios, de carácter político principalmente.
No es un relato antojadizo. Es simple descripción de la realidad. No se necesitan malabares intelectuales o argumentativos. Basta con ver las noticias. Intentar observar el amplio panorama.
Sin embargo, sí constituye un problema en potencia. Este desconocimiento artificial de la realidad puede condicionar el futuro de este país. Una persona a la cual esta información no llega, es un caldo de cultivo para la batería de noticias políticamente motivadas de las empresas de comunicación nacionales e internacionales. Una democracia sin información veraz, no es democracia.
Esta situación implica retos. Si la información no llega por los canales habituales, debemos hacerla llegar nosotros en una práctica diaria. El horizonte es la construcción de un relato más amplio, más informado. Pero para construirlo también se necesita al otro, a la otra, en un ejercicio de diálogo y debate; que puede resultar agotador, y dada la experiencia reciente es normal preferir evitar esas situaciones tensas. Sin embargo, es la única forma de evitar que los conflictos se tengan que resolver a balazos, en los que todos (pero sobre todo, los más vulnerables) perdemos.
En la medida que tengamos ese amplio panorama será más fácil avanzar hacia ese país que todos tenemos en la mente. Y quizás, también, darse cuenta que resulta sencillo y gratis hablar de "democracia y libertad", sin reflexionar que para que eso sea una realidad tangible, cercana y útil, antes tiene que haber trabajo y paz.
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