«Pancasán, un pueblo alumbra su historia»


En Pancasán cayeron 13 guerrilleros del FSLN: Silvio Mayorga Delgado, fundador del FSLN y jefe del destacamento guerrillero; Rigoberto Cruz Argüello “Pablo Úbeda”, fundador del FSLN; Francisco Moreno; Ottoniel Casco Montenegro; Fausto Heriberto García Ferrufino; Carlos Reyna; Ernesto Fernández; Oscar Danilo Rosales Argüello; Carlos Tinoco; Nicolás Sánchez; Fermín Díaz; Felipe Gaitán y Oscar Armando Flores. Carlos Fonseca afirma que, tras los combates, “los campesinos Fermín Diaz y sus hijos, Felipe Gaitán, el agricultor Oscar Hernández Flores y muchos más fueron despellejados vivos por la Guardia Nacional”.

La siguiente es una síntesis de los hechos de Pancasán, con datos tomados de Carlos Fonseca “Obras. Bajo las Banderas del Sandinismo. Tomo I”; Tomás Borge, “La Paciente Impaciencia” y Tomás Borge, “Apuntes iniciales del FSLN”.

 Por Margine Gutiérrez, Facebook

 

Luego del surgimiento del FSLN, se inicia la lucha armada en el Río Coco y Bocay en 1963 con un grupo guerrillero más o menos homogéneo desde el punto de vista militar y político ideológico.

En Río Coco y Bocay el FSLN buscó, desde un primer momento el apoyo de la población, especialmente en la zona de Wiwili, pero diversos factores empujaron a la guerrilla hacia un territorio que no había sido previamente explorado y cuya población no habia sido contactada por el FSLN.

La ausencia de apoyo de la población, la falta de abastecimiento, de comida, ropa y armas, más las duras condiciones climáticas y del terreno fueron factores fundamentales que impidieron la supervivencia de la guerrilla, constituyéndose este primer esfuerzo guerrillero en una derrota.

Pero como siempre fue una práctica del FSLN –convertir los reveses en victoria– luego de analizar las causas de la derrota se corrigieron los principales errores y se definieron caminos para asegurar la sobrevivencia de la vanguardia: se estructuró un aparato clandestino en ciertas ciudades, hubo alguna propaganda armada así como acciones de recuperación económica. También se difundieron materiales con contenido sandinista y se montaron pequeñas escuelas de entrenamiento.

Entre 1963 y 1966 el FSLN buscó contacto con el pueblo en barrios, centros laborales, sindicales y estudiantiles a través de sus organismo intermedios, los Comités Cívicos Populares y el Frente Estudiantil Revolucionario (FER). Para ampliar su radio de acción el Frente estableció un alianza temporal con el Partido Movilización Republicana y con el Partido Socialista (PSN).

Ya para 1967 el FSLN tenía capacidad de vincularse directamente con el pueblo, desde la clandestinidad, producto del trabajo desarrollado después del revés de Río Coco y Bocay. Carlos Fonseca señala: “en el paréntesis entre los años 1964 y 1965 se desarrolló un importante contacto con el sector campesino. En comarcas situadas en rumbos opuestos de la región norte del país se establecieron permanentemente compañeros de extracción urbana y se realizaron viajes para conocer de cerca problemas campesinos y organizar en el campo la lucha revolucionaria (…) En el campo se establecieron algunas reuniones campesinas de masas, se enviaron algunas delegaciones campesinas a la ciudad a denunciar los problemas del campo y los campesinos se mantuvieron en algunas tierras desafiando la violencia de los latifundistas”.

Desde abril de 1966 Carlos Fonseca está entregado a la preparación de la acción guerrillera de Fila Grande y Pancasán. Con Silvio Mayorga, Oscar Turcios, Rigoberto Cruz, José Benito Escobar y Daniel Ortega definen los métodos a utilizar y establecen el territorio. Buscan contactos y elaboran documentos.

Doris firma como Conchita Alday

En esos días el FSLN publica un mensaje al pueblo nicaragüense “Sandino si, Somoza no; Revolución sí, farsa electoral, no” que marca el reinicio de la lucha guerrillera. El comunicado es firmado por Carlos Fonseca, Silvio Mayorga, Rigoberto Cruz, Oscar Turcios y Doris Tijerino, con el seudónimo de Conchita Alday. Para entonces, ellos eran la DN del FSLN.

Ya para diciembre de 1966 Carlos, Silvio y Oscar se trasladan a Fila Grande para iniciar la preparación de la lucha armada directamente en el terreno y desde el inicio cuentan con presencia campesina. Esto establece una gran diferencia con Río Coco y Bocay cuya organización y preparación se dio desde Honduras. En el terreno no tuvieron apoyo de la población. Dice Carlos Fonseca que “En el curso del año 1966 se dan pasos prácticos para reanudar la acción armada. Ese año el Frente Sandinista (…) procede a la preparación de la base guerrillera de Pancasán” y también señala que “Fue un notable progreso de organización porque no fue ya la habitual preparación del movimiento armado en un país vecino (…) sino que fue la preparación de un movimiento armado en montañas situadas en el propio país”.

Situados en Fila Grande y Pancasán, Carlos, Silvio y Oscar recorren el terreno, identifican colaboradores, hacen abras y se dedican a crear las condiciones para instalar el campamento guerrillero mientras que Tomás Borge, junto con Francisco Moreno, Fausto García y Santos Medina se ocupan de asegurar los fondos que la guerrilla requería.

El 20 de enero de 1967 realizan una acción de recuperación económica en el Banco de América Central en Managua logrando recuperar noventa mil córdobas que luego, en el mismo taxi que habían secuestrado para hacer el operativo, le entregan a Jorge Guerrero, el Cuervo. Ese dinero fue destinado en su totalidad a la guerrilla de Pancasán.

Cerro Quirragua, muy cerca del Cerro Pancasán, en Matiguás, Matagalpa

Los buzones

Como ya se sabe, los primeros en llegar a Fila Grande fueron Carlos Fonseca, Silvio Mayorga, Oscar Turcios y Antonio Rodríguez; luego poco a poco llegaron el resto de combatientes seleccionados.

Carlos les orienta construir buzones. Se trataba de abrir el suelo con picos y palas alumbrados por hachones de ocote. Había que terminarlos en una noche. Los buzones, que eran inmensos hoyos debajo de la tierra, servían para almacenar la comida –frijoles, arroz, sal, azúcar– botas, municiones, baterías, medicinas con el propósito de tener reservas cuando el enemigo detectara la presencia guerrillera.

Para cumplir con esta tarea, Silvio Mayorga sale con el grueso de la tropa para Quirragua y Tomás Borge, Germán Pomares, Narciso Zepeda, Víctor Guillén y Denis Ortega se dirigen hacia la finca de los Rodríguez a diez kilómetros de Matagalpa.

En las proximidades del Río Upá construyeron buzones, rutas desde Matagalpa hasta los extremos de Fila Grande y Pancasán. Se abrieron senderos hasta llegar al Cerro Quirragua, en Matiguás, donde también se hicieron buzones. “En Fila Grande se hicieron ocho, en Quirragua cuatro, en Matapalo –a doce kilómetros de Matagalpa– uno. Este nunca pudo ser localizado por el enemigo” dice Tomás Borge.

Terminado el buzón había que borrar las huellas y luego regresar a guardar el azúcar, el arroz, la avena en mula y todo lo que llegara, con el riesgo de llamar la atención. Tareas muy duras y riesgosas.

Nuevamente Fila Grande y Pancasán necesitaban dinero. Selim Shible, Daniel Ortega, Jorge Sinforoso Bravo y Axel Somarriba (traidor) ejecutan una acción de recuperación económica en la Sucursal Kennedy del Banco de Londres y Montreal ubicada a menos de cien metros de la Cárcel de La Aviación. “Después de encerrar a los empleados en dos cuartos, abandonaron con serenidad el local hasta el taxi que los esperaba, y se dirigieron hacia el centro de la ciudad. Obtuvieron veinticinco mil córdobas, suma sin precedente”, relata Tomás Borge.

Producto de esta acción, poco tiempo después le llegaron a la guerrilla miles de córdobas, comida en lata por primera vez, arroz, sal, confites, cigarros, azúcar, todo lo que le hace agua la boca al guerrillero, según el decir de Tomás Borge. Nuevamente procedieron a rellenar los buzones y luego regresaron a Fila Grande.

Contra los jueces de mesta

Cuando llegaron, luego de almacenar todo en los buzones, no encontraron a Carlos Fonseca que había salido con la misión de extender el radio de influencia de la guerrilla unas cuantas leguas más.

Al rato llegó Eulalio que era su baquiano, abatido porque llegaba sin él y al ser interrogado dice Tomas Borge que respondió: “Veníamos del lado de Matapalo, de noche, cuando nos topamos con un grupo de hombres a caballo, borrachos; y eran jueces de mesta y nos dieron el alto. Carlos disparó. Los hombres dijeron, somos amigos. Carlos se metió en una hondonada y yo me refugié detrás de un árbol. Esperé una hora y, primero en voz baja y después a gritos, llamé al comandante y nadie me respondió”.

Nuestro jefe apareció una semana después dice Tomás. Carlos orientó irse a Pancasán para sostener una reunión con la unidad guerrillera de más de treinta hombres. Allí les informó que parecía que la guardia estaba rastreando la zona. Todos los campesinos, que hasta ese momento estaban integrados a la guerrilla, salvo Eulalio y Nicolás Sánchez, pidieron la baja. El FSLN les dijo que no habría represalias.

Eulalio vivía lejos, en Yaró, veinte kilómetros al sureste de Waslala. Hasta allá se fueron Oscar Turcios y Pablo Úbeda a traer unas armas viejas que Pablito había embuzonado después de lo de Río Coco y Bocay. Eran varios fusiles 22, dos escopetas 30–30, dos garand, cuatro revólveres, una carabina M–1 y el famoso rifle mata dantos. Dice el comandante Borge que cuando Eulalio ve las armas, decepcionado dijo que él creía que “eran muchas y no semejante poquedá“.

Después de esto ingresaron al campamento guerrillero Otto Casco y el doctor Oscar Danilo Rosales. En la casa de doña Luisa Alonso, Carlos Fonseca les leyó la carta de Rosales, dirigida al rector, en la que renunciaba como catedrático universitario. En esta casa los guerrilleros se enteraron de la muerte del militante sandinista Fernando Gordillo, el 25 de julio de 1967.

Ingresa la primera mujer

Estando en una casa de seguridad en Managua junto con Selim Shible, Gladys Báez recibe la orden de incorporarse a la guerrilla de Fila Grande y Pancasán. Van con ella Daniel Ortega, Efraín Sánchez, quien conducía el jeep en el que viajaron, Eulalio y Denis Ortega.

Ya empezando a ingresar a la montaña tuvieron un accidente. El vehículo se fue de retroceso hasta llegar a parar a un guindo donde un árbol los detuvo. Denis Ortega resultó con ocho heridas en su brazo, Eulalio lesionado en una pierna, Daniel y Gladys ilesos. A esa hora se pusieron a sacar las mochilas, los alimentos y los fusiles y Daniel ordenó dejar ir el yip al fondo del precipicio. Esa noche, Ángel Martínez les dio refugio y los heridos fueron curados, pero Denis Ortega se estaba desangrando por lo que Daniel Ortega y Efraín Sánchez debieron regresarse a buscar como curarlo.

Finalmente, Eulalio se recuperó. Junto con Gladys Báez y Ángel Martínez se dirigieron al campamento guerrillero. Gladys se había escondido en la panza toda la documentación que llevaba. Parecía que estaba embarazada, lo que le resultó un disfraz perfecto cuando en el camino se encontraron, en sentido contrario, con cinco guardias a caballo que traían a un grupo de seis campesinos amarrados entre sí. Estos campesinos se conocían con Eulalio y Ángel, pero guardaron silencio cuando al ser inquiridos por los guardias Eulalio dijo que era carpintero y que iba a la Washington a hacer unos trabajos. Ángel era su ayudante. Los guardias siguieron su camino con los campesinos amarrados.

La guerrilla se movía bastante. Cambiaban con frecuencia el sitio donde emplazaban un campamento. Estando instalados cerca de uno de los afluentes del río Upá, en una elevación, Carlos, Silvio y Francisco Moreno empezaron a sentir escalofríos y fuertísimos dolores de cabeza. El antiguo visitador médico, Tomás Borge sospechando de un paratifus les recetó cloranfenicol. Pero, de todas formas, mandaron a buscar al Doctor Sócrates Flores, quien además de curarlos les llevó información sobre el acontecer político del país, especialmente el de la UNAN.

Un día de tantos detectaron que uno de los campesinos más jóvenes, recién incorporado a la guerrilla, había desaparecido. Fueron a buscarlo a su casa y su madre pidió que lo perdonaran pues tan solo tenía catorce años. Carlos se quedó callado, pero inmediatamente dijo “está bien, déjenlo”. El muchacho devolvió el revolver asignado y luego se integró a la guerrilla de Zinica, donde cayó combatiendo con un grupo de jueces de mesta. La siembra de Carlos y de la guerrilla de Pancasán estaba fructificando.

“…Y también enséñenles a leer”

Germán y Tomás fueron enviados por Carlos a El Bálsamo, cerca de Cerro Colorado. Esto quedaba muy lejos de Fila Grande. Estando allí, los campesinos los llevaron a una gran cueva que los protegía de la lluvia pero que, según Germán Pomares, era una trampa mortal. Allí se estableció una escuela de entrenamiento en la que había hombres y mujeres para un total de 14. Se les enseñó como hacer emboscadas de hostigamiento y de contención, la táctica para aniquilar pequeñas y grandes unidades, la estructura militar del enemigo, montaje y desmontaje del garand, de la subametralladora M–3, de la carabina M–1 y M–2, de la pistola 45, de la browning.

Tomás Borge recuerda: “Fue, con exactitud, en ese lugar, donde una mañana diáfana Carlos nos dijo, también enséñenles a leer”.

Carlos Reyna también dio clases de primeras letras en La Chonta, Castillo Blanco y El Bálsamo. Sus alumnos eran varias decenas de todas las edades, la mayoría de la familia Ochoa, colaboradores de la guerrilla que fueron imprescindibles para el FSLN. De ellos dice Tomás Borge, que se ganaron “el derecho de pasar íntegros a la historia de la colaboración con el FSLN”.

En el campamento Sisimique, lugar seleccionado por Pablo Úbeda, se organizó otra escuela de entrenamiento militar en la que Carlos Fonseca se entrenaba como cualquiera. En este mismo campamento se planificó el asalto al Cuartel de Matiguás, luego de analizar el tiempo para llegar, la distancia, el entrenamiento y el número de guardias enemigos.

Cabe señalar que, durante todas estas marchas, Carlos Fonseca el máximo jefe guerrillero cargaba unas enormes mochilas por lo que una vez Eulalio se ofreció a ayudarlo y en otra, Oscar Turcios le propuso compartir la carga. Carlos se negó rotundamente. Eulalio respondió que si no quería ayuda era porque no pesaba. Carlos le pidió que la levantara y la mochila pesaba más de cien libras.

La Guardia detecta a la guerrilla

La columna guerrillera estaba dispersa cuando la Guardia detecta la presencia guerrillera. Silvio Mayorga se había trasladado con un pequeño grupo para almacenar alimentos y ropa. Otros, estaban en la finca de la familia Rodríguez, cerca de Matagalpa.

A Francisco Moreno, que iba en el grupo de Silvio, se le cayeron algunos tiros que fueron encontrados por unos guardias, que ya habían sido alertados por unas cortadoras de café que antes vieron pasar a hombres extraños.

El enemigo entró por Matiguás; entonces Germán Pomares, Narciso Zepeda, Eulalio, Denis Ortega y Tomás, que estaban en Fila Grande, se dirigen hacia donde están Carlos, Silvio y Daniel Ortega.

Nadie sabía nada de Silvio y su grupo. Entonces mandan a Eulalio y Fausto Heriberto García a buscarlos con un mapa y una ruta de regreso. Mientras tanto Carlos ordena a Daniel regresar a Managua con Leopoldo Rivas que estaba enfermo. Daniel que, a esas alturas, ya había ido y venido de Managua a Pancasán más de cuatro veces, se resistía a irse porque prefería compartir la suerte de los que se quedaban.

Buscando a Silvio y su columna

Nada se sabía de Silvio Mayorga y su grupo. Carlos decide mandar a Tomás Borge y a German Pomares a la finca de los Rodríguez en búsqueda de contacto con el papá de Lolita Montoya de Silva para que este colaborador del Frente los traslade a su hacienda ganadera El Castillo, cerca del Quirragua, donde estaba la unidad de combate al mando de Silvio. Estando en esta finca Lidia, hermana de Antonio Rodríguez, llegó a con la información, captada por un radio aficionado, de un combate en la hacienda La Washington. El puesto de mando de la guardia informaba a su jefatura del enfrentamiento en el que habían muerto varios guerrilleros, Silvio Mayorga herido y Otto Casco, ileso pero capturado.

De inmediato Tomás Borge mandó un correo a Managua para que el periodista Manuel Espinoza H. diera esta información –como efectivamente lo hizo– en el Noticiero Extra con la esperanza de salvarles la vida a Silvio Mayorga y a Otto Casco.

Nadie durmió esa noche a la espera de más información sobre los compañeros. Por la mañana ya se conoció la información oficial de la GN, dando por muertos a todos los compañeros: Silvio Mayorga, Rigoberto Cruz, Francisco Moreno, Otto Casco, Fausto Heriberto García, Carlos Reyna, Ernesto Fernández, Carlos Tinoco. En la lista no estaban Oscar Danilo Rosales, Nicolás Sánchez, Eulalio, Víctor Guillén ni Edmundo Pérez.

Últimos momentos de los heroicos guerrilleros

Cuando Carlos Fonseca manda a Eulalio y Fausto Heriberto García a buscar a Silvio y a la columna guerrillera, los encuentran construyendo buzones. Silvio los reúne pero deciden terminarlos.

Una vez construidos los buzones, tres días después, inician la marcha de regreso por una ruta diferente a la que les habían trazado en el mapa. Pablo Úbeda, Genaro Díaz y Fausto Heriberto García chocaron con la guardia sin mayores consecuencias. Silvio mandó a buscar a su casa a Fermín Díaz contacto de la guerrilla y se enteraron que lo habían capturado. Entonces decide que se retiren hacia Portillo Grande. Nicolás Sánchez se queda borrando las huellas pero al subir la Cuesta de La Mona encuentra a un sujeto que le dice que anda buscando la mula del Capitán. Como no lo captura, el hombre informa a la guardia. Inmediatamente Eulalio advierte el peligro y Ernesto Fernández presiente que les tienen montada una emboscada. Al ratito se escucharon unas ráfagas.

Pablo Úbeda le pide a Eulalio que vaya a investigar y se da cuenta que han matado a Ernesto Fernández y que a Nicolás Sánchez un tiro le ha desbaratado el pie derecho. Eulalio lo cargó hasta llegar donde estaba el doctor Oscar Danilo Rosales y este le hizo una curación que no logró detenerle la hemorragia. Tres días después murió Nicolás Sánchez, El Tigre del Cerro Colorado, quien fue enterrado allí mismo, al pie de un ceibo y protegido por hojas y restos de madera. Oscar Danilo se quedó en El Bálsamo, oculto en la cueva donde antes habían dado entrenamiento militar y allí fue asesinado confirmándose lo dicho por Germán Pomares de que esa cueva era una trampa mortal.

Tomás Borge dice “que fue un combate desigual. Pelotones de soldados armados con fusiles ametralladoras y granadas de mano, rodearon a la pequeña unidad guerrillera. El aguacero de fuego no impidió que los sandinistas se defendieran con sus estropeadas escopetas y sus carabinas. Se dice que los mismos guardias comentaron, sin ocultar su admiración, la bravura de los guerrilleros. Relata un cabo GN que Pablo Úbeda, con las vísceras de fuera, siguió disparando hasta que fue rematado cuando aún economizaba los últimos alientos”.

El título de este artículo está tomado del poema de Ricardo Morales a Pancasán.

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