DARÍO: LA PRENSA, SIEMPRE VENAL Y CORROMPIDA, SOLO CANTA POR DINERO.

Hoy mientras navegaba,  me encontré con una recopilación del hermano Germán Van de Velde, tomado de Escritos Políticos de Rubén Darío, unos párrafos que narran increíblemente la lucha de «los de abajo» por derrocar un sistema político opresor, entonces inmediatamente, lo vinculé con la lucha del FSLN y de todo el pueblo hace 40 años, lucha que concretamos en una victoria, pero que hoy en día seguimos llevándola contra un sistema de explotación regional, de dominación imperial.
Fuente: Redvolucion

Pero también, pareciera que por partes, estos escritos fueran dedicados a los que hoy incluso llaman a la guerra, quieren vender la Patria, desinforman y matan. Sin hablar más, les dejo el escrito:

DARÍO EN SUS ESCRITOS POLÍTICOS

-¡OH, SEÑOR! el mundo anda muy mal. La sociedad se desquicia. El siglo que viene verá la mayor de las revoluciones que han ensangrentado la tierra. ¿El pez grande se come al chico? Sea; pero pronto tendremos el desquite. El pauperismo reina, y el trabajador lleva sobre sus hombros la montaña de una maldición. Nada vale ya sino el oro miserable. La gente desheredada es el rebaño eterno para el eterno matadero. ¿No ve usted tanto ricachón con la camisa como si fuese de porcelana, y tanta señorita estirada envuelta en seda y encaje? Entre tanto las hijas de los pobres desde los catorce años tienen que ser prostitutas. Son del primero que las compra. Los bandidos están posesionados de los bancos y los almacenes. Los talleres son el martirio de la honradez, no se pagan sino los salarios que se les antoja a los magnates, y mientras el infeliz logra comer su pan duro, en los palacios y casas ricas los dichosos se atracan de trufas y faisanes. Cada carruaje que pasa por las calles va apretando bajo sus ruedas el corazón del pobre.

Esos señoritos que parecen grullas, esos rentistas cacoquimios y esos cosecheros ventrudos son los ruines martirizadores. Yo quisiera una tempestad de sangre; yo quisiera que sonara ya la hora de rehabilitación, de la justicia social. ¿No se llama democracia a esa quisicosa política que cantan los poetas y alaban los oradores? Pues maldita sea esa democracia. Eso no es democracia, sino baldón y ruina. El infeliz sufre la lluvia de plagas; el rico goza.

Los escritores son los violines que tocan los grandes potentados. Al pueblo no se le hace caso. Y el pueblo está enfangado y pudriéndose por culpa de los de arriba: en el hombre el crimen y el alcoholismo; en la mujer, así la madre, así la hija y así la manta que las cobija. ¡Conque calcule usted!

¿El centavo que se logra para qué debe ser si no para el aguardiente? los patrones son ásperos con los que les sirven. Los patrones, en la ciudad y en el campo, son tiranos. Aquí le aprietan a uno el cuello; en el campo insultan al jornalero, le escatiman el jornal, le dan de comer lodo y por remate le violan a sus hijas. Todo anda de esa manera. Yo no sé cómo no ha reventado ya la mina que amenaza al mundo, porque ya había haber reventado. En todas partes arde la misma fiebre.

La Commune, la Internacional, el nihilismo, eso es poco; ¡falta la enorme y vencedora coalición! Todas las tiranías se vendrán al suelo: la tiranía política, la tiranía económica, la tiranía religiosa.

Él canta su tedeum y reza su paternoster, más por el millonario que por el desgraciado. Pero los anuncios del cataclismo están ya a la vista de la humanidad y la humanidad no los ve; lo que verá bien será el espanto y el horror del día de la ira.

No habrá fuerza que pueda contener el torrente de la fatal venganza. Habrá que cantar una nueva marsellesa que como los clarines de Jericó destruya la morada de los infames. El incendio alumbrará las ruinas. El cuchillo popular cortará cuellos y vientres odiados; vírgenes orgullosas; la pata del hombre descalzo manchará la alfombra del opulento; se romperán las estatuas de los bandidos que oprimieron a los humildes; y el cielo verá con temerosa alegría, entre el estruendo de la catástrofe redentora, el castigo de los altivos malhechores, la venganza suprema y terrible de la miseria borracha!

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