Ecuador y Nicaragua: las diferencias entre insurrección cívica y golpe fallido

En Nicaragua la crisis de 2018 tuvo como detonante unas reformas a la seguridad social opuestas a las que quería imponer el FMI, opuestas a los intereses de los grandes empresarios, y favorables a los intereses del pueblo trabajador.
Por Carlos Fonseca Terán
En Ecuador la crisis actual tuvo como detonante la aplicación obediente por parte del gobierno, de las políticas dictadas por el FMI en perjuicio del pueblo y en beneficio de los grandes empresarios.
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En los disturbios de Nicaragua hubo participación de grupos armados que atacaban a las fuerzas policiales y a los partidarios del proceso revolucionario, producto de lo cual hubo muertos en ambos bandos, siendo superior la cantidad de muertos entre los sandinistas que entre los opositores.

En Ecuador las protestas se llevan a cabo sin el uso de armas y no hay ataques violentos a partidarios del gobierno, quienes no han salido a manifestarse en defensa de las políticas de un gobierno tambaleante que responde a los intereses de las élites, a diferencia de Nicaragua, donde con un gobierno popular y revolucionario, cientos de miles de ciudadanos se manifestaron en defensa de su gobierno y su proyecto revolucionario.

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En Nicaragua el gobierno llamó al diálogo desde el primer momento de la crisis y en aras de crear un ambiente propicio para el mismo, derogó provisionalmente las reformas a la seguridad social.

En Ecuador lo primero que hizo el gobierno fue decir que se mantenían firmes las medidas aplicadas.

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En Nicaragua, como muestra de buena voluntad el Gobierno acuarteló a la Policía, la que fue víctima de asedio por parte de grupos armados violentos, y con la Policía acuartelada aumentó la cantidad de muertes por día, demostrándose así que los muertos no eran producto de represión alguna.

En Ecuador las fuerzas policiales se han mantenido activas reprimiendo permanentemente a los manifestantes.

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En Nicaragua los grupos armados y violentos, aprovechando el acuartelamiento policial y la voluntad dialogante del Frente Sandinista, y confabulados con el crimen organizado, tomaron posesión de ciudades enteras, secuestrando a sus habitantes, capturando a militantes sandinistas, torturándolos y asesinándolos, producto de lo cual hubo una mayor cantidad de muertos en los tranques que en los enfrentamientos callejeros y que en la ofensiva para la recuperación de las ciudades y demás reductos de los opositores armados, y el desmantelamiento de los tranques.

En Ecuador no se han dado represalias de los manifestantes contra partidarios del gobierno, ni ha habido control territorial armado y violento por parte de los opositores.

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En Nicaragua, tras la derogación de las reformas a la seguridad social, la oposición no levantó ninguna reivindicación social, debido a que es el sandinismo el que ha defendido esas reivindicaciones, las cuales son atendidas por el gobierno a través de sus políticas, mientras que cuando gobernaban los actuales opositores, esas reivindicaciones eran ignoradas por los gobiernos neoliberales de entonces y los derechos del pueblo eran pisoteados.

En Ecuador los manifestantes defienden toda una serie de reivindicaciones sociales afectadas por las políticas neoliberales aplicadas por el actual gobierno. Entre esas reivindicaciones están: el subsidio del combustible, que fue eliminado por el gobierno, provocando así una fuerte alza en los precios de los productos de primera necesidad; la aplicación de impuestos y aranceles a artículos fuera de la canasta básica, vehículos y materiales que forman el capital fijo de las grandes empresas, los cuales fueron eliminados, dejando de percibir el Estado una gran cantidad de recursos que podrían utilizarse en beneficio de los sectores más empobrecidos; el mantenimiento del salario de los trabajadores y de los treinta días de vacaciones de los empleados públicos, lo que ha sido eliminado y se ha establecido la reducción del 20% del salario para las renovaciones de contratos y la donación al Estado de un día mensual de salario por los empleados públicos.

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En Nicaragua, las acciones de la oposición fueron financiadas por agencias extranjeras, entre ellas la USAID y la NED, usadas por Estados Unidos para desestabilizar gobiernos no afines a sus intereses, y en ellas participaban la gran empresa privada, los medios de comunicación de la derecha, los políticos tradicionales de los partidos vendepatria y la cúpula de la Iglesia Católica.

En Ecuador las protestas han sido impulsadas por las organizaciones sociales, sindicales, indígenas y demás sectores organizados de la sociedad, así como por la militancia política revolucionaria, identificada con los intereses del pueblo. Por el contrario, la empresa privada, los medios de comunicación de la derecha, los politiqueros de derecha y sus partidos, y la cúpula eclesiástica católica apoyan al gobierno y repudian a los manifestantes.

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En Nicaragua las acciones desestabilizadoras fueron posibles gracias en gran parte a la manipulación mediática y de las redes sociales con noticias falsas y montajes.

En Ecuador las acciones del movimiento popular en rebeldía contra las políticas neoliberales no surgieron de la realidad virtual, sino de la verdadera realidad que enfrenta el pueblo ecuatoriano, con una elevación brutal del costo de la vida, entre otras calamidades sociales frente a las cuales se levantó ese pueblo valiente y aguerrido.

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En Nicaragua no hubo una situación que justificara el adelanto de elecciones, pues el gobierno estuvo siempre empeñado en el diálogo, que era suspendido repetidas veces por la oposición, y la Constitución de nuestro país no contempla esa figura política.

En Ecuador la Constitución contempla el adelanto de elecciones ante situaciones de conmoción nacional y establece incluso los procedimientos correspondientes.

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En Nicaragua las potencias imperialistas encabezadas por Estados Unidos, así como sus instrumentos internacionales como la OEA, respaldaron públicamente a la oposición en su intento por derrocar al gobierno sandinista.

En Ecuador es al contrario: las fuerzas reaccionarias de los poderosos del mundo apoyan al gobierno neoliberal y rechazan las acciones de los sectores populares que reivindican sus derechos frente a las políticas del actual gobierno.

Finalmente, una breve reflexión. Como hemos visto, las diferencias son abismales entre un intento de derrocamiento violento de un gobierno legítimo que defiende los intereses del pueblo y de la nación frente a las pretensiones del imperialismo, quien pretende imponer su voluntad e intervenir en los asuntos internos de países soberanos, y una rebelión popular no armada, en demanda de derechos cercenados por un gobierno que defiende los intereses de la oligarquía y responde a los dictados del imperialismo a través de organismos como el FMI.

Casi todos los gobiernos de izquierda que surgieron en América Latina y Caribeña desde 1999 tras el triunfo de la Revolución Bolivariana en Venezuela surgieron de la lucha popular, más que de procesos electorales, pues éstos fueron más bien la culminación de esas luchas, producto de las cuales en algunos países incluso habían sido derrocados gobiernos neoliberales (hasta tres presidentes en una semana en el caso de Argentina, como también fueron derrocados diferentes gobiernos de ese tipo en Bolivia, Ecuador y Brasil). En el caso de Venezuela, se había dado una rebelión armada patriótica de fuerzas militares comprometidas con los ideales de Simón Bolívar, poco tiempo después del levantamiento popular masacrado por el muy democrático gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien en vida fuera gran amigo de los opositores de por aquí.

Es imposible la conquista del poder por el pueblo y echar a andar un proceso revolucionario, si no es a través de la lucha popular, independientemente de que ésta tenga luego expresiones políticas de tipo electoral, lo cual en las actuales condiciones políticas mundiales también es necesario. En el caso nuestro, por ejemplo, jamás habría regresado el sandinismo al poder sin el acumulado de las luchas populares libradas contra el neoliberalismo en los diecisiete años en que la derecha desgobernó a nuestro país, a pesar de lo cual en el caso específico nuestro y debido a nuestras propias condiciones políticas, el sandinismo nunca se propuso derrocar a ninguno de aquellos gobiernos títeres del imperialismo, como antes lo fue Somoza, pero en este último caso en condiciones que no permitían una salida pacífica y electoral. Cuando las fuerzas populares en los años noventa se levantaban en contra de las políticas neoliberales, se lograba determinada correlación de fuerzas, se negociaba para alcanzar al menos parcialmente las reivindicaciones populares que motivaban aquellas protestas, y las fuerzas populares se desmovilizaban temporalmente por voluntad propia y disciplina política, contrario a lo que ocurrió con las fuerzas golpistas el año pasado, cuyo único objetivo era el derrocamiento del gobierno sandinista.

Ahora ha surgido un lema muy hermoso, inspirado en aquel de la época de la lucha guerrillera en El Salvador, que decía: “Si Nicaragua venció, El Salvador vencerá”. Este nuevo lema de ahora es: “Si Nicaragua venció, Ecuador vencerá”. Si Nicaragua venció a las fuerzas tenebrosas dirigidas por el imperialismo norteamericano y logró impedir que éstas derrocaran a nuestro gobierno revolucionario, Ecuador vencerá a esas mismas fuerzas, pero que en su caso están en el gobierno, de igual manera que lo hicimos nosotros: mediante la lucha popular organizada, y dirigida por una vanguardia política revolucionaria enarbolando un programa político orientado a las transformaciones sociales que garanticen el mejoramiento de la vida del pueblo mediante una justa distribución de la riqueza y el ejercicio del poder político y económico por parte de las fuerzas populares organizadas, bajo la orientación de una fuerza política a la altura del pueblo al cual pertenece y cuya lucha hace propia para conquistar la victoria popular. Los ahijados del imperialismo y los traidores gobernantes de Ecuador no pudieron, ni podrán frente a ese pueblo heroico, movilizado en lucha popular permanente y victoriosa.

Hasta la victoria, siempre más allá

Patria Libre o Morir

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