Nicaragua votó por el desarrollo y contra el neoliberalismo


El periodista brasileño Beto Almeida, estuvo 10 días en Nicaragua, realizando la cobertura de las elecciones generales, realizadas el 7 de noviembre, para Telesur, y afirma que pudo comprobar la normalidad y legalidad del proceso electoral, con cientos de observadores electorales y periodistas de varias partes del mundo, incluido EE. UU. y Canadá, pero, sobre todo un pueblo consciente del significado histórico de esta elección, en la cual el candidato del Frente Sandinista de Liberación Nacional, Daniel Ortega, logró el 75 por ciento de los votos válidos.

Brasil. Beto Almeida/ La Primerísima

Indicó que habían dos proyectos en disputa: profundizar y consolidar un modelo de desarrollo con inclusión social, vigente desde que los sandinistas regresaron al gobierno por votación en 2006, o el proyecto de los 5 partidos políticos de oposición, de sumisión al neoliberalismo.

Almeida detalla que no se trataba de una elección más. Eso porque Nicaragua viene siendo cada vez más acosada y atacada por Estados Unidos y sus súbditos, como España, Canadá, Costa Rica, la Unión Europea en su conjunto. No pueden ser considerados normales, por parte del imperialismo, procesos electorales en los que sus opositores salen victoriosos, como es el caso del sandinista Daniel Ortega, sobre todo por las políticas que viene implementando en el país, opuestas al neoliberalismo, que, ya había tenido su oportunidad, cuando Violeta Chamorro ganó las elecciones de 1990 y destruyó todas las políticas públicas de carácter socialista, implementadas por el sandinismo, desde el Triunfo de la Revolución Popular, el 19 de julio de 1979.

En el desastroso período neoliberal de tres mandatos, los tres presidentes respaldados por Estados Unidos, Chamorro, alemán y Bolaños, destruyeron el sistema de educación pública gratuita, teniendo como efecto inmediato el regreso del analfabetismo, que había sido erradicado por la Revolución Sandinista, poco después del inicio, con la Cruzada contra el Analfabetismo, con la aplicación de una metodología desarrollada por el brasileño Paulo Freire. Hubo recortes radicales en las inversiones en educación pública, suspendiendo la contratación de profesores, favoreciendo a las escuelas privadas, incluidas las católicas, así como un freno absoluto a las inversiones en salud pública, cuyo resultado fue que, para quienes podían pagar, existían clínicas privadas, pero para los que no podían hacerlo, tenían que arreglárselas con los hospitales públicos restantes, sin inversiones, sin contratar personal de salud adecuado. Fue la continuación de la guerra de la Contra, por otros medios, a través de la demolición del sector público y la imposición del Estado Mínimo, una verdadera guerra contra los derechos del pueblo. Los indicadores en salud y educación se desplomaron. Sin inversiones, junto con el analfabetismo, regresaron el desempleo masivo, la mendicidad, las enfermedades que ya habían sido erradicadas.

¿Alternancia de Poder? 

A diferencia de algunos ex comandantes de la Revolución, Daniel Ortega se metió de lleno en las luchas populares, en las movilizaciones, en las barricadas populares contra los crímenes de los neoliberales. Ese fue el período de alternancia de poder, recomendado por alas de izquierda con poco conocimiento de la realidad nicaragüense, con las que, de esta manera, se postran ante la tragedia neoliberal, sacando a la luz la ineludible conclusión: en Nicaragua, la alternancia. del poder es entre sandinismo o imperialismo! Hagan sus elecciones señores, se les puede preguntar a quienes estaban incómodos con la elección del voto popular por Daniel Ortega desde 2006. Los sandinistas volvieron al poder por el voto porque, después de la derrota, en vez de pasividad, incredulidad y decepción en las masas, antes de la elección de presidentes neoliberales, en elecciones manipuladas y amañadas por Estados Unidos, el FSLN mantuvo la lucha incansable contra el desastre del neoliberalismo colonial que destruía a Nicaragua. En estas elecciones, las masas nicaragüenses respondieron a quienes sugirieron a los sandinistas aceptar la alternancia del poder, votando en repudio a las políticas neoliberales y en apoyo al modelo de desarrollo con inclusión.

La solidaridad de Cuba y Venezuela:  derechos humanos de verdad

Desde 2007, el país retomó la prioridad en las políticas públicas para, nuevamente, construir la educación gratuita y universal, la salud pública gratuita, contando con el apoyo de Cuba, que capacitó a cientos de médicos nicaragüenses en la Escuela Latinoamericana de Medicina, en La Habana. El estado mínimo neoliberal había traído apagones durante horas y horas en toda Nicaragua, y en este momento fue decisiva la ayuda solidaria de la Venezuela Bolivariana, que, por orientación de Hugo Chávez, instaló varias plantas de producción de energía eléctrica, trayendo la normalidad, quitando al país de la oscuridad promovida por el neoliberalismo.

Con Daniel Ortega de vuelta al poder en 2006, Nicaragua dio un giro en su política exterior y pasa a ser atacada por la OEA, una especie de ministerio colonial de los EUA. Sin abandonar a la OEA, donde mantiene una posición soberana y antiimperialista, Nicaragua se suma a Alba, a la Celac, a Telesur, desarrolla amplias relaciones con varios países del mundo, no solo con Venezuela y Cuba, sino también con Rusia, con quien mantiene excelente relación en diversos campos, incluido el de Defensa. Esta vez pudimos observar 200 nuevos buses que Rusia donó a Nicaragua, circulando por la capital Managua.

El modelo inclusivo

Las inversiones estatales, bajo el sandinismo, priorizan políticas públicas que se traduzcan en un aumento de las condiciones concretas de vida de los nicaragüenses, a través de la expansión de las actividades productivas. Hubo fuertes inversiones en electrificación, cuya cobertura ahora alcanza el 98 por ciento del territorio del país. ¿Será que Brasil y Argentina, los dos países más industrializados de América Latina tienen eso? Además, fue emprendida una diversificación de la producción de energía, hoy se tiene una combinación de energía hidroeléctrica, petróleo, biomasa, energía geotérmica (extraída de los volcanes aún activos) y energía solar y eólica. Democratizado el acceso a la energía, con el abaratamiento de las tarifas, y la implementación de tarifas sociales, la economía del país recibe un fuerte impulso, sobre todo la economía rural, con una mayor producción de alimentos, haciendo que Nicaragua alcance, en 2017, la autosuficiencia en la producción de alimentos, convirtiéndose en un gran exportador para Centroamérica, Venezuela y también para los Estados Unidos, que compran carne, café y oro a los nicaragüenses. Biden ataca duramente a Nicaragua, pero los analistas más experimentados señalan que nunca habla de ruptura de relaciones, ni existen en los estatutos de la CAFCA mecanismos que permitan la expulsión unilateral de uno de sus miembros.

Para que la agricultura diera un salto -Nicaragua es un país con poco peso industrial- también fue necesario construir una infraestructura logística para el flujo de la producción. Las inversiones estatales llevaron al país a tener la mayor y más calificada red de carreteras de toda América Central, un total de 25 mil km de vías pavimentadas, y en muchos casos duplicados e hasta iluminadas, como el carretera que conecta Managua con León, una de las grandes ciudades nicas, centro universitario. Las carreteras pavimentadas y modernas unen casi el 100 por ciento de los 143 municipios del país.

Otro gran esfuerzo prioritario del modelo de inclusión sandinista es democratizar el acceso al agua potable, que ya llega al 97 por ciento de las localidades del país, incluida Costa Caribe, que recientemente inauguró una planta de tratamiento de agua para la ciudad de Bluefields. Por cierto, otro gran obstáculo superado por el sandinismo es la interconexión de la Costa Pacífica con la Costa Caribe, que estaba completamente aislada del país, accesible solo por vía aérea, ya que no existían carreteras como las construidas, permitiendo que, en pocas horas, el país sea cruzado en automóvil, desde el Caribe hasta el Pacífico. Se trata de una región con otra configuración social y cultural, donde se habla el inglés creole, además de las lenguas de los pueblos originarios que allí residen, entre ellos los miskitos. El agua potable, ya prácticamente universalizada en Nicaragua, es también una respuesta sandinista a quienes acusan al país de violar los derechos humanos. Sin agua potable, cómo hablar de derechos humanos, pregunta el diputado sandinista Carlos Emilio López, exigiendo que el debate sobre este tema sea concreto. En la polémica, cabe recordar que Brasil tiene 35 millones de Brasileños sin acceso a agua potable, y además apenas solo el 48 por ciento de una de las economías más grandes del mundo tiene saneamiento básico.

Protagonismo femenino

Nicaragua es reconocida por estar entre las 5 naciones del mundo que registran la mayor equidad entre mujeres y hombres. De hecho, en estas últimas elecciones, una ley exigía que hubiera un 50% de mujeres y un 50% de hombres, y que la nominación de esas candidaturas femeninas viniera en primer lugar en las boletas de votación para destacarlas. En la Asamblea Nacional, el parlamento del país, ha existido desde hace mucho tiempo una paridad entre hombres y mujeres, así como en la composición de los cargos ministeriales, llevando a un comentario muy reproducido “aquí en Nicaragua nos gobiernan las mujeres”. Los partidos de izquierda en Brasil pueden examinar su propio escenario y sacar sus conclusiones en comparación con el protagonismo femenino en Nicaragua. En las políticas para incentivar la participación protagónica de las mujeres en la economía, especialmente en el cooperativismo, hay un direccionamiento consciente y juicioso del financiamiento estatal para proyectos liderados por mujeres, una forma concreta de combatir el patriarcado, la herencia colonial, combatida por el sandinismo, que tuvo la participación efectiva de la acción de las mujeres en la Revolución. En estas elecciones, los 6 partidos en competencia presentaron mitad de las candidaturas femeninas, incluso para los puestos de presidente y vicepresidente. Algunas alas de la izquierda brasileña, si buscaran información concreta sobre lo que realmente está pasando en Nicaragua, talvez pensarían mejor antes de compartir sus opiniones con las críticas promovidas por el imperialismo contra el sandinismo.

El golpe derrotado en 2018

Previendo que los efectos del modelo de desarrollo inclusivo mantendrían en alta la popularidad del Frente Sandinista, como de hecho ocurrió, los Estados Unidos, por medio de sus agencias de cambio de régimen, de injerencia, de promoción de la violencia y desestabilización de los gobiernos que no se subordinan, desató en Nicaragua un intento de golpe, utilizando un guion ya utilizado en Venezuela, donde también fue derrotado, recurriendo a las “guarimbas”, acciones violentas en la calle, con bloqueo de las calles, caminos, de incendios a las instalaciones estatales más utilizadas por la población.

Fue así que, a partir de abril, con cualquier pretexto, jóvenes financiados desde el exterior comenzaron a bloquear calles y carreteras, manifestaciones a las que se presentaron armados, no sin instalar francotiradores en regiones próximas para apuntar hacia miembros de la policía sandinista, sea a cualquier población sin distinción, siempre echando la culpa al gobierno sandinista. Inmediatamente, justo al inicio de las manifestaciones, ya había jóvenes de universidades privadas, especialmente en los barrios más ricos de Managua, La Rotonda, participando de los tranques en las calles, apareciendo de la nada, casi automáticamente, la bandera que pedía la renuncia de Daniel Ortega, mientras tanto el Presidente buscaba instalar mesas de negociación para encontrar una salida a una crisis que duró más de 3 meses, con más de un centenar de muertos, entre ellos policías sandinistas atacados por grupos armados ilegalmente.

Universidades públicas fueron quemadas, pero las universidades privadas no. Puestos de salud y hospitales públicos fueron quemados y destruidos, los stocks de medicamentos que son allá distribuidos gratuitamente, fueron destruidos, incendiados, funcionarios públicos fueron objeto de violencia, de torturas por esos grupos mercenarios, que al mejor estilo terrorista se aplicaron en Siria, en Libia, en Venezuela, buscaron sembrar el terror, mientras que los medios capitalistas, a nivel mundial, hicieron su parte, acusando al gobierno sandinista de dictadura.

Daniel insistía en la negociación, incluso hubo un delicado debate interno al respecto en el sandinismo. La participación de la Iglesia Católica en este episodio fue lamentable, con los eclesiásticos permitiendo el uso de instalaciones católicas, incluyendo torres de iglesias y colegios, para apoyar a grupos armados, como base para sus acciones contra las masas sandinistas. Hay videos que, documentando iglesias con armas de fuego, con diálogos grabados en los que obispos y sacerdotes inflaron y apoyaron el intento de golpe de la derecha, apuntando precisamente a no realizar las elecciones de noviembre de 2021. Poco a poco, con cuidado, las manifestaciones sandinistas se fueron imponiendo, dejando clara su posición de mayoría, sin que el gobierno haya lanzado mano del Ejército en las calles. Poco después, el Papa Francisco, informado de la situación, destituyó a 4 de los obispos más involucrados en el apoyo de la Iglesia a los mercenarios golpistas, una medida muy reveladora.

El golpe de 2018 fue derrotado, pero la tensión se mantuvo en el aire. La conspiración de la derecha empresarial vinculada a Estados Unidos siguió en alta, se hinchó, los ataques internacionales contra los sandinistas se multiplicaron, y hasta mismo segmentos progresistas expusieron sus tremendos errores, como el del ex presidente uruguayo Pepe Mujica, quien ya había demostrado su confusión ideológica al indicar al nefasto Almagro, su excanciller, para Secretario General de la OEA, cuando el diplomático se reveló completamente teleguiado por la Casa Blanca, llegando a la cúspide de ser actor protagonista del golpe de derecha en Bolivia contra el MAS, participación que está completamente revelada hoy. Mujica tendría que reconocer su error, por el precio que pagan los países objetivos de la OEA es elevadísimo y amargo. Igualmente, lamentable fue la participación del Consejo Interamericano de Derechos Humanos, encabezado por el brasileño Paulo Abrão, quien, siguiendo el guion trazado en Washington, en sintonía con Almagro, emitió posiciones totalmente a favor de los golpistas nicaragüenses, con los cuales fue solidario, condenando a los sandinistas, víctimas de una operación de Régimen Change patrocinada por Estados Unidos.

Pasividad versus defesa de la legalidad

En Nicaragua no hubo pasividad, como en otros lugares, ante las conspiraciones organizadas por la Casa Blanca. Pasividad que ocurrió en Brasil, cuando la presidenta Dilma Rousseff no hizo uso de la prerrogativa legal que disponía para convocar una cadena de radio y televisión, en la que llamaría al pueblo a defender el mandato presidencial que le pertenecía, tal como lo hizo Leonel Brizola en 1961, con la Red de Radio de la Legalidad, que comenzó con una sola estación de radio en Porto Alegre. Pasividad es una palabra que no forma parte del diccionario sandinista, partiendo del ejemplo de Augusto César Sandino, padre de la Revolución Sandinista e inspirador de las políticas de justicia social que practica el Gobierno de Daniel Ortega, a través del cumplimiento riguroso y valiente de su legislación, que considera la soberanía un activo estratégico para los nicaragüenses, en cuya defensa ningún ciudadano tiene derecho a violar. En lugar de distanciarse, el Frente Sandinista reforzó su relación directa con el pueblo, movilizándolo, promoviendo un intenso debate sobre educación política, ya sea en televisión (hay 3 canales estatales), por radio (hay una radio comunitaria con alcance nacional, La Primerísima), modesta pero audaz y alta audiencia, y por medios impresos y digitales.

Así fue cuando, hace unos meses, la Embajada de Estados Unidos distribuyó financiamiento para líderes de la oposición, quienes incluso formaron un batallón armado de 900 mercenarios, para barbarizar las vísperas de las elecciones, con el fin de evitar su realización, una operación que tendría amplia cobertura de los medios de comunicación empresariales, dentro y fuera de Nicaragua. Como los sandinistas no son pasivos, se infiltraron en esta fuerza mercenaria, documentaron toda la distribución del dinero, la logística que precedería a los actos de sabotaje, el reclutamiento de provocadores profesionales, y abortaron todo el emprendimiento golpista, en perfecta sintonía con la legislación nicaragüenses, que considera delito contra la Patria recibir dinero de un país extranjero con fines políticos.

Tolerancia cero con la conspiración golpista

No hay ninguna sorpresa cuando Joe Biden ordena a la OEA que desate una campaña para deslegitimar las elecciones presidenciales de Nicaragua. Sorprende cuando esta campaña mediática contra un país de solo 6,3 millones de habitantes, invadido varias veces por Estados Unidos, incluso para organizar elecciones en el pasado, con militares norte-americanos a cargo del proceso electoral, encuentra eco en las filas progresistas.

¿Acaso han olvidado de la campaña del “Mensalon”, una guerra mediática destinada a derrocar al gobierno de Lula? ¿Habían olvidado que aquellos medios de propaganda que tildaban de corrupto a Lula son los mismos que ahora llaman dictador a Daniel Ortega? ¿Los que organizaron la operación de injerencia externa llamada Lava Jato, para derrocar a Dilma, arrestar a Lula y destruir la ingeniería nacional, no son los mismos que invadieron Libia, destruyeron toda la infraestructura construida allá por empresas brasileñas, reemplazándolas por empresas de los EUA, y que ahora se lanzan contra Nicaragua, por no aceptar su soberanía, su independencia y su modelo de inclusión social? ¿No son esos mismos medios organizadores de la Guerra mediática, como la revista Forbes, que acusaron a Fidel Castro de multimillonario, los que ahora se lanzan contra Nicolás Maduro, y Daniel Ortega?

Es realmente sorprendente que sectores progresistas de países que están perdiendo sus empresas estatales, sus derechos laborales, su seguridad social, se animen a criticar a los sandinistas, cuyo modelo de desarrollo social inclusivo preserva las políticas públicas, la seguridad social, la salud pública gratuita, educación gratuita, derechos de los trabajadores, además de avanzar en la transformación agraria, y teniendo un control efectivo sobre la Pandemia Covid-19, con cerca de 230 muertos y solo 15 mil contagiados. Gracias a un sistema de salud comunitario, participativo y en moldes socialistas. Hubo una intensa movilización popular, las familias fueron convocadas y respondieron al llamado del Ministerio de Salud para la prevención.

¡En Nicaragua, el voto no es obligatorio!

La victoria del pueblo de Nicaragua, que realizó una fiesta cívica el 7 de noviembre, sin disturbios, con una preparación logística envidiable, con 230 mil fiscales y policías electorales que fueron seleccionados mediante pruebas, en las que debían acreditar conocimientos de la historia de Nicaragua, de la Constitución, de la Legislación Electoral, para el ejercicio del cargo.

Al final de todo, ciudadanos estadounidenses y canadienses, lanzaron una carta pública contestando a Joe Biden por sus declaraciones sin pruebas, emitida incluso antes del cierre del proceso electoral. Declaraciones agresivas, irrespetuosas y amenazantes contra Nicaragua. Los observadores de Estados Unidos y Canadá acompañaron la elección, visitaron las juntas de votación, conversaron con ciudadanos de todas las tonalidades, conversaron con partidos de oposición, y pudieron comprobar la integridad de la elección, la tremenda participación popular en orden y tranquilidad, venciendo el miedo a las amenazas, muchos usando botes o caballos, otros caminando largas distancias en el campo para ejercer su voto consciente.

No hubo ninguna sorpresa en relación a la victoria sandinista, con el 75% de los votos válidos y una participación del 65% del electorado apto para votar, donde el voto no es obligatorio y, sobre todo, hubo una campaña de EUA por la abstención, aunque la derecha se ha dividido y una parte de ella haya  emitido voto en los partidos conservadores, siendo el más votado el Partido Liberal Constitucionalista, una asociación conservadora, existente desde hace décadas, y que formó parte de los gobiernos neoliberales que demolieron temporalmente los logros de la Revolución Sandinista.

Sorprende ver a un PSOE desconocer la legitimidad de la elección de Daniel Ortega, pero no condena a Jair Bolsonaro. Ciertamente, los partidos miembros del Foro de São Paulo, incluido el PT, que firmaron recientemente  declaraciones en defensa de la Nicaragua sandinista, tendrán la oportunidad para realizar un debate más severo sobre el carácter democrático y progresista de las transformaciones sociales que están tomando en aquel país centroamericano, que no aumenta el número de caravanas de refugiados que se dirigen a EUA, por el contrario, recibe regularmente visitas de ciudadanos hondureños y panameños, quienes contratan buses para ir a territorio nicaragüense para beneficiarse de su sistema de salud y también para tener acceso a medicamentos, que, en sus países, registran precios altísimos.

Guerra mediática

La guerra mediática contra Nicaragua no da tregua. Aunque la oposición conservadora tenga sus medios de comunicación funcionando, acusan a los sandinistas de dictadores, del mismo modo que lo hacen en Venezuela. Lo sorprendente es que tales manipulaciones, groseras y sistemáticas, lleguen a influenciar a periodistas del campo progresistas, que pasan a tomar como referencias las líneas editoriales de los grandes conglomerados mediáticos empresariales en EE.UU., como CNN, New York Times o el español El País, obligándonos a un debate de ideas intenso y cuidadoso en el campo progresista. Los gobiernos populares, en cualquier lugar, son blanco de una implacable campaña de desinformación. Los gobiernos populares aquí en Brasil también lo fueron, pero, aun así, a pesar de la amarga experiencia que estamos viviendo hoy, algunos segmentos de los medios progresistas todavía se dejan influenciar por ciertos ex-sandinistas, que hace tiempo abandonaron el sueño de Sandino y se unieron a los programas USAID y NED, con los que encuentran un espacio fácil en la comunicación empresarial internacional, desde que sea para atacar a una Nicaragua que resiste, que preserva sus políticas públicas, sus conquistas, su soberanía y, sorprende al mundo con un modelo económico que, según agencias internacionales, debe registrar un crecimiento del PIB del 8,5% en 2021, recuperándose de los efectos del golpe de 2018, cuando la economía estuvo paralizada por tres meses. ¿Qué país latinoamericano registra tal desempeño económico?

A pesar de no romper relaciones con Nicaragua, las amenazas de Joe Biden son reales, y también van dirigidas a Cuba y Venezuela, pero también a Brasil, a pesar de las ilusiones de ciertos círculos progresistas que incluso llegan a defender un acercamiento con el mandatario de la Casa Blanca, a pesar de su participación efectiva en el Golpe de Estado de 2016 en Brasil.

El mensaje enviado al mundo por las masas sandinistas, por medio del voto consciente, contribuye mucho a estimular las fuerzas de izquierda y, también, para colocar el debate en las izquierdas, en Brasil y en el mundo, en términos más concretos sobre las tareas indispensables para promover y asegurar las conquistas de los gobiernos populares.

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