1.- El sandinismo y sus tres referentes históricos fundamentales: Sandino, Carlos y Daniel
El antimperialismo, la
liberación nacional, el poder popular y el socialismo son parte
inalienable del sandinismo como doctrina política. Sandino no solamente
es defensor de la soberanía nacional, sino un luchador antimperialista;
no sólo es nacionalista, sino también y sobre todo, internacionalista;
no es únicamente un patriota, sino antes que todo, Sandino es un
revolucionario.
El sandinismo nace como
respuesta a la necesidad histórica de una opción política que
representara los intereses de las clases populares en Nicaragua y de un
proyecto político surgido de nuestra propia realidad nacional, pues
ninguno de ambos atributos era propios de las paralelas históricas
(liberales y conservadores), que monopolizaron la vida política y
económica del país desde 1821 hasta 1979, y que comienzaron a verse
cuestionadas desde el surgimiento del sandinismo, que se presenta como
una alternativa ante esa realidad histórica excluyente y opresora.
El
sandinismo es el proyecto de nación para la transformación
revolucionaria de la sociedad nicaragüense, el movimiento político
defensor de los intereses de las clases populares en Nicaragua y la
doctrina que se constituye en identidad política de los revolucionarios
nicaragüenses, en base a la acción y el pensamiento del General Augusto
C. Sandino y al contenido revolucionario de su lucha.
El
Comandante Carlos Fonseca crea la doctrina política revolucionaria
nicaragüense gracias al legado de Sandino, y nosotros somos sandinistas
gracias al legado de Carlos Fonseca. La acción y el pensamiento de
Sandino hacen posible que Carlos Fonseca articule la doctrina política
que se constituye en contenido de nuestra identidad revolucionaria como
fuerza de izquierda, defensora de los intereses populares.
Carlos
Fonseca aglutina al movimiento revolucionario previamente articulado
por Sandino y desintegrado con su asesinato, y logra lo que no pudo
lograr Sandino en su circunstancia: que el sandinismo como movimiento
político sobreviva e incluso, siga consolidándose aun en ausencia de su
líder principal. Después de Sandino y Carlos Fonseca, nuestro líder ha sido el Comandante Daniel Ortega,
único que ha estado presente como dirigente revolucionario en todas las
etapas de la historia del FSLN, conduciendo al sandinismo de victoria
en victoria, algo que lo sitúa entre las tres principales personalidades
históricas del sandinismo, que por tanto son: El General Augusto C.
Sandino, el Comandante Carlos Fonseca y el Comandante Daniel Ortega.
Sandino
es de todos los nicaragüenses (de los nicaragüenses dignos, no de los
vendepatria), pero no todos los nicaragüenses (incluso no todos los
nicaragüenses dignos) son militantes de la lucha revolucionaria que
Sandino impulsó. Es decir, no todos los nicaragüenses son sandinistas,
pero parafraseando el viejo refrán de que “todos los caminos conducen a
Roma”, valdría decir que en Nicaragua todos los caminos de la dignidad
nacional y el compromiso con la justicia social conducen al sandinismo.
Ser
sandinista, además de ser una opción política, es la máxima expresión
de esa opción ética que es la de ser un nicaragüense digno, porque
Sandino es a la vez la máxima expresión de la lucha revolucionaria en
Nicaragua y de la dignidad nacional, y no podría ser de otra manera en
el país del mundo que ha sido agredido una mayor cantidad de veces por
el imperialismo norteamericano.
Sandino
es de todos los nicaragüenses dignos como patriota y defensor de la
soberanía nacional, pero sólo los nicaragüenses que somos sandinistas
nos identificamos con Sandino como revolucionario y antimperialista, o
sea con sus ideas políticas y su posición ideológica, que hacen de
Sandino la personalidad histórica que es, al ser el factor fundamental
que hace históricamente trascendente su acción y pensamiento.
Sandino es el héroe nacional que más orgullo nos hace sentir de ser nicaragüenses, y por eso EL MAYOR ORGULLO DE UN NICARAGÜENSE ES SER SANDINISTA.
2.- Contenido revolucionario de la acción y el pensamiento de Sandino
Sandino
se declara revolucionario, antimperialista e internacionalista, y
proclama que su lucha no es solamente contra la intervención
norteamericana en Nicaragua, sino contra la explotación y la opresión,
contra el imperialismo como sistema y a favor de la unidad de los países
de Nuestra América. O sea, Sandino no se enfrenta a las tropas
interventoras norteamericanas sólo para defender la soberanía nacional,
sino porque se considera un combatiente revolucionario y por tanto,
antimperialista, lo cual trasciende las fronteras de nuestro país. Por
eso escribió:
“Revolución es sinónimo de purificación… Estamos
(…) con los mejores propósitos de que nuestra lucha contra el
imperialismo yankee en Nicaragua tome el carácter de lucha
antimperialista en una firme acción revolucionaria de masas a escala
continental y mundial. Este movimiento
es nacional y antimperialista (…) En el terreno social (…), es popular y
preconizamos un sentido de avance en las aspiraciones sociales. Mi ideal campea en un amplio horizonte de internacionalismo…”
Sandino
combina la defensa de la soberanía nacional con la emancipación social.
La lucha dirigida por Sandino fue, junto a la guerrilla liderada por
Mao Tsé-Tung al frente del Partido Comunista y el Ejército Rojo (después
Ejército Popular de Liberación) en China, uno de los dos hechos
históricos que inauguraron la etapa de las luchas de liberación nacional
como expresión de la lucha de clases a nivel mundial, en momentos
durante los cuales el mundo dejaba de estar dividido solamente entre
explotados y explotadores dentro de cada país para pasar a estar
dividido entre países explotados y países explotadores, consecuencia del
desarrollo capitalista en su fase monopolista de Estado o imperialista.
De ahí la frase con la que posiblemente Sandino haya logrado la mayor
síntesis sobre el contenido revolucionario y patriótico de lucha: “Mi
espada defenderá el decoro nacional y dará la redención a los
oprimidos…,” que tanto recuerda aquella otra de José Martí: “Patria es
humanidad”.
Sandino
se declara partidario de la propiedad social sobre los medios de
producción, fundamento principal del socialismo, y aunque prefiere la
propiedad estatal sobre la tierra, considera que en las condiciones de
Nicaragua lo que corresponde es un régimen basado en el cooperativismo.
Por eso plantea:
“Yo
soy partidario más bien de que la tierra sea del Estado. En este caso
particular de nuestra colonización en el Coco, me inclino por un régimen
de cooperativas. Todo será en cooperativas.”
La lucha revolucionaria
de Sandino comienza con el alzamiento de los trabajadores del mineral de
San Albino, encabezados por él, que ocupan la mina, la operan por
varios meses y confiscan el oro a los antiguos propietarios
capitalistas. Durante la Guerra Anti-intervencionista, Sandino confisca
las propiedades de los terratenientes y las distribuye entre los
campesinos. Declara a los capitalistas como enemigos de su ejército. Así
tenemos que en determinado momento proclama lo siguiente:
“…Los
capitalistas (…) son los primeros y directamente responsables de cuanto
ha venido pasando en Nicaragua, porque ellos trajeron a los mercenarios
yankees al territorio nacional. (…) A quienes se ha ordenado capturar
es a las personas capitalistas, quienes están identificadas como
enemigas de nuestro Ejército…”
Sandino proclama el
carácter irreconciliable de las contradicciones entre explotados y
explotadores, y afirma que las únicas clases sociales capaces de llegar a
las últimas consecuencias son los obreros y campesinos, haciendo
énfasis en la necesidad de su organización como fuerza política y
social, a la vez que hace ver la doble explotación de la que son
víctimas los trabajadores de América Latina: la explotación a manos de
las burguesías y sectores oligárquicos nacionales, y la que ejerce el
imperialismo norteamericano. Sandino deja esto bien claro cuando dice:
“La
clase trabajadora de toda la América Latina sufre hoy una doble
explotación: la del Imperialismo, principalmente el yankee, y la de las
burguesías nativas o sea los capitalistas nacionales explotadores. …Por
un período (…) fue castrado el movimiento sindical de su base
fundamental, que es la irreconciliación de los intereses de los
explotadores agentes del Imperialismo y de los explotados, única
garantía del triunfo de nuestra causa. Con
la agudización de la lucha, con la creciente presión por parte de los
banqueros yankees, los vacilantes, los tímidos, por el carácter que toma
la lucha, nos abandonan, porque sólo los obreros y campesinos irán
hasta el fin, sólo su fuerza organizada logrará el triunfo.”
Sandino se identifica
expresamente con la caracterización del imperialismo como fase superior
del capitalismo, hecha por el gran dirigente revolucionario y teórico
del marxismo, Vladimir I. Lenin. Así, vemos a Sandino proclamando que
“el capitalismo norteamericano ha llegado a la última etapa de su
desarrollo, transformándose, como consecuencia, en imperialismo.”
Sandino se pronuncia
claramente contra liberales y conservadores, y declara que su
liberalismo ha quedado sepultado desde que los liberales pactaron con
las tropas interventoras en el Acuerdo de Tipitapa o Pacto del Espino
Negro, dejando constancia de ello con las siguientes declaraciones:
“…Los
dirigentes políticos conservadores y liberales nicaragüenses, son una
bola de canallas, cobardes y traidores (…), pero entre nosotros mismos,
los obreros y campesinos, hemos improvisado a nuestros jefes. Moncada nos traicionó en Tipitapa. Allí también quedó sepultado mi liberalismo.”
Sandino no era un iluso y
siempre estuvo claro de que sin el control del poder no sería posible
impulsar las transformaciones revolucionarias por las que él
expresamente luchaba. En consecuencia, plantea la necesidad de tomar el
poder y crear una fuerza política independiente que defienda los
intereses de las clases populares, y se propone el establecimiento de
alianzas previas cuando considera que las condiciones no están dadas aún
para lograr ese objetivo. De modo tal que declara:
“Nuestro ejército se prepara para tomar las riendas de nuestro poder nacional. …El
objeto fundamental de mi segundo viaje a esta capital, fue el de
corresponder a las aspiraciones de muchas agrupaciones, deseosas de
organizarse en un nuevo partido…”
Sandino, en uno de sus
planteamientos más radicales, postula la necesidad de suprimir el
sistema tradicional de partidos políticos, cuando dice: “No permitiremos
a esos politicastros, sinvergüenzas y corrompidos. Vamos a eliminar los
partidos liberal y conservador.”
En su lucha, Sandino se
identifica con las ideas revolucionarias más avanzadas, y su apoyo
fundamental a nivel mundial es el que le da la Internacional Comunista;
de igual manera, Sandino llama a la clase obrera latinoamericana a
integrarse en el brazo sindical de esta organización, que es la
Confederación Sindical Latinoamericana, y suscribe los acuerdos del
Congreso Mundial Antimperialista de Frankfurt, organizado por la
Internacional Comunista.
Entre los combatientes
internacionalistas que combaten a su lado se destacan los comunistas:
Farabundo Martí, José de Paredes, Carlos Aponte y Gregorio Urbano
Gilbert.
El dirigente comunista
cubano Julio Antonio Mella organiza en México el Comité Manos Fuera de
Nicaragua, principal organización internacional de la solidaridad con la
lucha de Sandino. Henry Barbusse, uno de los más destacados
intelectuales comunistas de Europa y el mundo, es quien lo nombra en sus
escritos “General de los hombres libres”. Y el mismo Sandino escribe:
“…Siempre
hemos pertenecido a la clase común y (…) antes que solamente liberales,
somos más bien comunistas (…) El comunismo está aureolado de libertad.
Jesús y todos los profetas siempre fueron comunistas. Nosotros (…) les
seguiremos en el camino a la tierra prometida del comunismo mundial.”
Algo
que se ha querido manipular en este tema es la separación entre Sandino
y quien fuera su Secretario con grado de Coronel, el comunista
salvadoreño Farabundo Martí, quien formaba parte con su partido, de la
Internacional Comunista que era controlada en América Latina por los
dirigentes comunistas mexicanos, quienes exhibían en esa época un alto
grado de sectarismo y al no estar de acuerdo Sandino con ellos en
algunos asuntos de carácter táctico, le ordenaron a Farabundo la
separación de las filas sandinistas. Después de cumplir
disciplinadamente lo indicado, Farabundo se fue a El Salvador a ponerse
al frente de la rebelión armada campesina, lo que le costó la vida, y
hasta su último suspiro manifestó su respeto y admiración por Sandino,
pero la valiente y consecuente actitud revolucionaria de Farabundo al
encabezar la insurrección salvadoreña fue repudiada también por los
mismos dirigentes sectarios que le habían ordenado separarse de Sandino.
Igual comportamiento asumirían otros comunistas sectarios y dogmáticos
al entrar en confrontación con el Che en Bolivia, y a quienes Fidel
Castro se refirió como dirigentes incapaces, charlatanes y maniobreros ,
seudorrevolucionarios, oportunistas y charlatanes de toda laya, que
autoconceptuándose marxistas, comunistas y otros títulos por el estilo,
no han vacilado en calificar al Che de equivocado, aventurero, y cuando
más benignamente, idealista. A esos mismos sectarios y dogmáticos en la
Nicaragua de los años sesenta y setenta los llamó Carlos Fonseca
“politiqueros disfrazados de marxistas”, y el propio Sandino los llamó
en su momento “pseudocomunistas”, refiriéndose a los mexicanos que
dieron la orden a Farabundo de separarse de él, mientras que con
respecto a a Farabundo, Sandino expresó en una entrevista, algo que
disipa cualquier duda: “Estaba de acuerdo con todas sus ideas (…) Nunca
tuve ninguna disputa ideológica con él.”
3.- La estrategia de paz de Sandino
A raíz del triunfo de
Sandino al frente de su Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de
Nicaragua frente a la intervención imperialista se presenta una
situación política compleja que fue correctamente interpretada por
Sandino, demostrando su gran talento y visión política, y que no sólo
era un genial estratega militar.
Las fuerzas
libero-conservadoras en contubernio con Estados Unidos y bajo sus
órdenes querían aislar políticamente a Sandino, provocándolo para que
siguiera con su lucha armada y poder presentarlo así ante la opinión
pública como un bandolero fraticida que sólo buscaba poder personal.
Adicionalmente a esto, en una hábil maniobra las tropas interventoras
habían puesto en la Presidencia a Juan Bautista Sacasa, el líder liberal
reivindicado años atrás para asumir la Presidencia usurpada por el
golpe de Estado conservador, lo cual iba dirigido directamente a atraer a
la base social de Sandino, tradicionalmente liberal. Por otra parte, al
retirarse las tropas norteamericanas, Estados Unidos dejan instalada la
inconstitucional Guardia Nacional como una prolongación militar de la
intervención, y al frente de ella a su hombre en Nicaragua, Anastasio
Somoza García, con lo que se establecía una dualidad de poder, tanto en
lo político como en lo militar: por una parte Sandino con su Ejército
intacto y una amplia base social, sobre todo en el Norte y Noroccidente
del país, y por otra parte las autoridades institucionales
deslegitimadas por haber sido impuestas al amparo de los fusiles
extranjeros y bajo un organismo electoral dirigido por militares
norteamericanos.
A nivel internacional, en
Honduras tomaba el poder un gobierno hostil a la lucha de Sandino y en
Alemania llegaban al poder los nazis, encabezados por Hitler, luego de
que años antes lo hicieran los fascistas en Italia liderados por
Mussolini, lo que cambiaría la correlación de fuerzas a nivel mundial,
convirtiéndose la lucha contra el nazifascismo en la prioridad para las
fuerzas revolucionarias, y al cabo de los años incluso, en esa lucha
encabezada por el movimiento comunista con la Unión Soviética al frente,
país que libró al mundo del nazifascismo, Estados Unidos terminaría
entrando como aliado de los soviéticos para evitar que éstos se
apoderaran de toda Europa, aunque un famoso y fanfarrón General
norteamericano, George Patton, hizo célebre su frase de que estaban
combatiendo del lado equivocado, y razón no le faltaba.
En esas circunstancias,
las prioridades de Sandino eran: Lograr la paz con los mayores espacios
posibles de poder, incluyendo el control político-militar de su zona de
operaciones y la presencia sandinista en las fuerzas armadas; organizar
la base social de su movimiento en el ámbito político y sindical; y
hacer una alianza política con el sector de los liberales que adversaba a
Somoza, y que era representado por el Presidente Juan Bautista Sacasa.
Todo esto sin descartar volver a la lucha armada, pero en una
circunstancia distinta de aquella. Sandino tenía claro que el fin de la
intervención militar no significaba el fin de la intervención política y
económica, pero también sabía que no en toda circunstancia podían ser
enfrentados estos tres tipos de intervención de la misma forma y con los
mismos métodos de lucha. Al respecto, Sandino escribió:
“…La
paz se firmó para evitar el regreso de la intervención armada, que
estaba detrás de la puerta, esperando regresar antes de un año, porque
se imaginaron que continuaríamos la guerra (…) No salgo del norte, para
estar pendiente de todos los momentos en que se presente la oportunidad
de restaurar también nuestra independencia política y económica (…) Los
componentes de la parte militar del país, que operaron aliados con los
invasores, continúan siendo nuestros enemigos (…) La Guardia Nacional es
enemiga del gobierno y de nosotros (…), porque es una institución
contraria a las leyes y Constitución de la República; ha sido creada (…)
por indicaciones de la intervención norteamericana. …Desaparecida,
aunque en apariencia, la intervención armada en Nicaragua, los ánimos
se enfriaban, porque la intervención política y económica el pueblo la
sufre, no la mira y lo peor, no la cree, y esa situación nos colocaba en
situaciones difíciles; mientras tanto el gobierno se preparaba para
recibir un empréstito de varios millones de dólares y reventarnos la
madre a balazos y afianzar más fuerte la intervención política,
económica y militar del país (…) Estábamos agotados en recursos
económicos y bélicos y por todo lo dicho habríamos tenido un fracaso en
momentos que nuestras tropas no habrían podido refugiarse en Honduras,
porque la guerra en aquel país era fuerte y asesinaban a la emigración
nicaragüense que en otros días llegó en busca de refugio (…) (En) El
Salvador el gobierno reparte balas de metralla a los campesinos.”
Sandino sabía los riesgos que corría, lo que dejó plasmado al decir: “Nosotros
iremos hacia el sol de la libertad o hacia la muerte; y si morimos,
nuestra causa seguirá viviendo. Otros nos seguirán.”
Y aquí estamos los
seguidores de Sandino: los sandinistas, cumpliendo con su profecía y
haciendo realidad cada vez más, sus sueños y los de quienes como él,
ofrendaron su vida por una Nicaragua Libre como la que tenemos desde
1979, por una Nueva Nicaragua como la que estamos construyendo desde
entonces con un proyecto revolucionario que se ha enfrentado a
dificultades y circunstancias nunca antes vividas por movimiento
revolucionario alguno, hasta salir airoso de semejantes pruebas, como
fue la interrupción de nuestro proceso revolucionario por casi dos
décadas en las que sin embargo, los gobiernos de derecha que se
instauraron no lograron apagar la llama encendida por Sandino, casi
apagada por el somocismo y reavivada por el Frente Sandinista mediante
una lucha revolucionaria triunfante que convirtió al sandinismo en uno
de los movimientos revolucionarios más victoriosos de todos los tiempos,
en este pequeño país de Centroamérica que ha logrado conmover al mundo
con su heroísmo y virtudes extraordinarias, puestos ahora en función de
la restitución de los derechos del pueblo, la lucha contra la pobreza y
las transformaciones sociales orientadas al control popular del poder y
de la economía, de acuerdo a nuestro modelo transformador, a nuestro
proyecto revolucionario y a nuestra realidad histórica.
Por eso decimos, hoy más que nunca:
¡SANDINO VIVE, LA LUCHA SIGUE!
Como Sandino, nosotros queremos PatriaLibreOMOrir.
Por eso #SomosPLOMO
Por eso #SomosPLOMO