La literatura clásica occidental identificaba la hipocresía y la vanidad como las fuentes fundamentales de lo ridículo y lo absurdo, porque las personas hipócritas y vanidosas fingen ser algo diferente o mejor de lo que son en realidad. Y es precisamente la hipocresía y la vanidosa prepotencia que caracteriza las y los imperialistas.
Estelí. Por Stephen Sefton, Consejo de Comunicación y Ciudadanía.
Hace tres siglos, o más, la obra clásica nacional, El Güegüense, fue una de las primeras expresiones culturales del rechazo al colonialismo, en este caso del imperio español. Y el modo de la resistencia cultural de El Güegüense fue burlarse de la absurda hipocresía y vanidad del poder colonial español al imponerse de manera injusta y prepotente sobre un pueblo libre.
El imperio español y los demás imperios europeos querían justificar su saqueo y genocidio de los pueblos de América Latina, África y Asia con la vanidosa ficción que llevaban una civilización superior para beneficiar a los pueblos inferiores. Estados Unidos, con la misma abismal mala fe, extendió su imperio en el mundo inicialmente con la doctrina del Destino Manifiesto y luego con el pretexto de llevar la democracia y la libertad a todo el mundo para el bien de la humanidad.
Desde luego, para los pueblos del mundo mayoritario, siempre han sido más que evidentes la odiosa vanidad y arrogancia de las élites imperiales y su cínica hipocresía al presentar su insaciable avaricia y su sádica agresión contra los pueblos como si fueran en una misión moral de buena voluntad.
Este es el terrible, siniestro anverso absurdo de la burla cómica que hace El Güegüense del colonialismo del imperio español. En el siglo pasado, la literatura occidental desarrollaba este tema de lo absurdo para reflejar la angustia espiritual resultado de la terrible destrucción masiva de las vidas humanas en las guerras europeas.
Destacados escritores argumentaron que ante tanto horror, la persona humana queda completamente sola, aislada en un mundo donde nada tiene sentido, en que la religión, la política, la justicia son ficciones para amortiguar la realidad. Muy ligado a esta exploración literaria y dramática del absurdo oscuro estaba el llamado teatro de la crueldad que pretendía interpretar y comunicar la realidad mejor por medio de técnicas chocantes de teatro.
Los conflictos actuales
Hoy en día, los conflictos en Palestina y Ucrania son una especie de teatro de la crueldad que nos ayudan a ver los verdaderos chocantes niveles de hipocresía, cinismo y arrogancia de la clase gobernante en Estados Unidos y sus satélites cómplices europeos. Su práctica imperialista nunca ha parecido tan evidentemente absurda.
En Ucrania, desde 2014 financiaban, armaban y entrenaron a simpatizantes del nazismo para montar una ofensiva genocida contra la población rusa de Donetsk y Lugansk. En las Naciones Unidas no apoyan las resoluciones de la Asamblea General que condenan la glorificación del Nazismo. Sin embargo, durante todo este tiempo, los voceros gubernamentales occidentales insisten que se trata de defender la democracia y la libertad.
Los especialistas en el tema advierten que la OTAN ha facilitado sucesivamente tres ejércitos para Ucrania con todo el equipamiento de infantería, artillería y unidades blindadas. Las fuerzas armadas de la Federación Rusa los ha destruido a todos.
Ahora Ucrania está llamando a mujeres al servicio militar en roles auxiliares, incluso –de acuerdo con algunos reportajes– mujeres embarazadas, porque ya no hay suficientes hombres que reclutar porque o han huido o están muertos o gravemente heridos.
En Estados Unidos, el Secretario de Defensa Lloyd Austin amenaza a los políticos en el Congreso estadounidense que se niegan seguir aprobando los envíos de ayuda a Ucrania que si no lo hacen será necesario enviar tropas estadounidenses a combatir contra Rusia. Parece que el Secretario Austin ha olvidado que el lema yanqui y europeo en relación a Ucrania es “pelearemos hasta el último ucraniano”.
De hecho, las fuerzas armadas de Ucrania han perdido en la guerra más de un millón y medio militares entre muertos y heridos. Es pura fantasía creer que Estados Unidos va a aceptar semejante nivel de pérdidas entre sus tropas. Sin embargo, las declaraciones del secretario Austin dan una idea de la desesperación del alto mando militar estadounidense al reconocer la derrota estratégica que enfrenta a manos de las fuerzas armadas rusas.
En Palestina, las fuerzas armadas ocupantes han asesinado a casi 20 mil civiles, la gran mayoría mujeres y niñas y niños, y más de 40 mil civiles heridos resultado del despiadado bombardeo sistemático de las zonas residenciales de Gaza. Como si no fue suficiente la barbarie de tanta matanza, las fuerzas armadas sionistas:
֎ Han destruido o dejado inservibles todos
los hospitales y centros de salud en el norte de Gaza para asegurar que
es imposible atender a los heridos o enfermos
֎ Destruyen ambulancias y atacan escuelas donde se refugian miles de familias civiles.
֎ Han destruido todas las panaderías para negar el pan que es esencial para alimentar a la población.
֎ Han destruido las fuentes de agua.
֎ No hay ni combustible ni gas.
֎ Hay personas que mueren por su nivel de desnutrición.
֎ Las enfermedades empiezan a proliferar.
Estados Unidos y sus países aliados apoyan esta extrema barbarie cuando la podrían detener en seguida si quisieran, pero no quieren. Los dirigentes del imperio yanqui y sus aliados, quienes no cesan de insistir en la importancia de los derechos humanos, están empeñados en aniquilar una población de dos millones de civiles prácticamente indefensas.
Para la clase gobernante de Estados Unidos, el genocidio en Palestina es en efecto su teatro de la crueldad. Muestran al mundo de la manera más repugnante la realidad de su siniestro imperio absurdo que ya ni se preocupa de fingir que sus intenciones son buenas.
Las fuerzas armadas israelíes son las mejor equipadas de la región con un suministro ilimitado de armas y municiones de parte de Estados Unidos. Están respaldadas por dos grupos de batalla navales en el Mediterráneo que incluyen portaaviones nucleares y destructores armados con poderosos misiles cruceros.
Las fuerzas sionistas se enfrentan a una pequeña milicia equipada con armas ligeras en un área de menos de 400 kilómetros cuadrados donde el gobierno israelí ha lanzado más de 25 mil toneladas de explosivos, con prácticamente el doble del poder explosivo de las bombas atómicas que lanzó Estados Unidos para destruir Hiroshima.
Siria y Venezuela los han derrotado
Parece que en Palestina los imperialistas esperan poder recuperar terreno geopolítico luego de la derrota estratégica que han sufrido en Siria. Tal y como hicieron con las fuerzas nazis en Ucrania y con los genocidas sionistas en la Palestina ocupada, en Siria Estados Unidos y sus gobiernos occidentales vasallos financiaron, armaron y entrenaron a grupos terroristas aliados de Al Qaeda e ISIS con el objetivo de destruir el país como destruyeron a Libia. No lograron su objetivo.
En revancha, han impuesto exhaustivas medidas coercitivas ilegales para privar a la población siria de combustible, de energía eléctrica, de alimentos y de medicinas. Tropas estadounidenses ocupan de manera ilegal zonas de producción petrolera y de trigo para negar esos recursos nacionales a la población siria. Estados Unidos y los países de la Unión Europea aplican estas políticas inhumanas en nombre de la democracia y la libertad.
De la misma manera, Estados Unidos y los países europeos mantienen extensas medidas coercitivas ilegales para hostigar y hacer sufrir al pueblo venezolano. Aunque en los últimos meses, para aliviar sus propios problemas de suministro de hidrocarburos, las autoridades estadounidenses han relajado algunas de las restricciones sobre la venta del petróleo y gas venezolano.
Sin embargo, la lógica del bloqueo a Venezuela ha sido lo mismo que en el caso de la República Árabe Siria: sabotaje del sistema de energía eléctrica y de producción petrolera, restricciones del abastecimiento de alimentos y medicinas y ahora la deliberada agravación de la disputa territorial entre Venezuela y Guyana sobre el Esequibo con el fin de robar recursos hidrocarburos que pertenecen a Venezuela. Todo el tiempo Estados Unidos acusa a Venezuela de desestabilizar la región e insiste que quiere lo mejor para el pueblo venezolano a la vez que hacen todo lo posible para hacerle daño.
La semana pasada hemos podido ser testigos –en la Conferencia COP 28 de Dubai sobre el cambio climático– de otro ejemplo de la hipocresía y arrogancia de los países occidentales que siguen sin cumplir con sus obligaciones con la mayoría de la población del planeta y con la Madre Tierra.
Como el compañero Valdrack Jaenstchke explicó en el discurso de nuestro gobierno en Dubai, “los países capitalistas han incumplido los Acuerdos de París, porque sus emisiones siguen incrementándose, superando 4 veces más la norma establecida por la ciencia, y porque están promoviendo de forma irresponsable falsas opciones, como la neutralidad de carbono, con lo que pretenden trasladar sus responsabilidades a los países en desarrollo, al tiempo que siguen negándose a reconocer el justo concepto de reparación para los países afectados”.
En el mismo sentido, la semana pasada el Presidente Vladimir Putin, en un foro de inversión con el tema “Haciendo la desglobalización – uniendo economías soberanas”, habló del avance hacia unas relaciones internacionales de carácter multicéntrico, independiente del sistema económico occidental.
El Presidente Putin dijo que “las élites occidentales, que actualmente están en la cima de este proceso, están tratando de frenarlo, de contener artificialmente el crecimiento en lo que consideran la periferia global que tradicionalmente han explotado y utilizado como recurso, como fuente de riqueza y simplemente como colonia. Para lograr este objetivo, utilizan medidas coercitivas, por ejemplo, exacerbando la situación política y provocando conflictos en macrorregiones enteras en un intento de mantener su dominio resbaladizo”.
A diferencia de la absurda hipocresía y prepotencia de los gobiernos del Occidente y sus aliados, los gobiernos íntegros del mundo mayoritario intentan manejar sus contradicciones de una manera honesta y franca. Trabajan en base a la igualdad, con respeto para los intereses y dificultades de sus contrapartes. Este ha sido el principio esencial que ha facilitado los avances logrados por los países en, por ejemplo la Organización de Cooperación de Shanghai, la Iniciativa de la Franja y Ruta, el grupo BRICS+, la Unión Económica Eurasiática, el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur y, en América Latina y el Caribe, la CELAC, el ALBA y la Asociación de los Estados Caribeños.
Como comentó nuestro Comandante Daniel en septiembre pasado, “hay una nueva visión, una nueva conciencia y, sobre todo, voluntad y decisión de alcanzar relaciones entre todos los países del planeta, que sean relaciones de respeto, que sean relaciones donde integremos esfuerzos, recursos para combatir el hambre, la pobreza, la migración. Y es lo que está aconteciendo en el planeta”.