El asesinato de Sandino, Estrada, Umanzor y Sócrates

Imagen de portada: Última foto conocida del General Augusto C. Sandino, captada en el antiguo Hotel Colon de Managua momentos antes de su asesinato. De izquierda a derecha, el periodista Julio César Aguilera, Coronel Sócrates Sandino, General Juan Pablo Umanzor, General Sandino, Coronel Santos López, General Francisco Estrada, Capitán Juan Ferretti y el doctor Salvador Calderón Ramírez.

 
ste texto es uno de los apéndices del libro de Viktor Morales Henríquez (publicado el 12 de septiembre de 1979) titulado “Los últimos momentos de la Dictadura Somocista”. Aborda con fluidez y dramatismo propio de los hechos narrados, lo referente al asesinato del General Augusto C. Sandino. Fue tomado de otras fuentes, e incluido en el libro por el autor. Reproducido por la Dirección de Patrimonio Histórico de la alcaldía de Managua.

 Por Viktor Morales Henríquez, Dirección de Cultura de la alcaldía de Managua

 

El General Sandino en México en 1930

No les pida nada a estos, deje que nos maten

Entre las tres y cuatro de la tarde del 21 de febrero de 1934, los oficiales de la Guardia Nacional fueron citados a un consejo en la residencia del Jefe Director General Anastasio Somoza, que debería verificarse a las seis de la tarde de ese mismo día, hora exacta. La citación era para una cosa importante.

A la hora de la cita, nos reunimos en la residencia del General Somoza; el General Gustavo Abaunza, segundo jefe de la guardia; el Coronel Samuel Santos, los Mayores Alfonso González, Diego López Roiz, Lizandro Delgadillo, Policarpo Gutiérrez, el Capitán Francisco Mendieta, los Tenientes Davison Blanco, José Antonio López B., Abelardo Cuadra y Ernesto Diaz; Sub Teniente, César Sánchez, Carlos Eddie Monterrey y Carlos Zelaya Cousin; General Camilo González y General Juan Escamilla.

Esperamos con alguna impaciencia al General Somoza que llegó a las siete y media de la noche; gran total, 16 oficiales.

El General Somoza nos hizo un breve discurso exponiendo la necesidad de suprimir a Sandino en interés de la paz de Nicaragua, asegurándonos que esta actitud tendría el respaldo de los Estados Unidos. Advierto que el Jefe-Director venia de una conferencia celebrada con el Ministro norteamericano señor Arturo Blis Lane.

Se evalúa la situación crítica

La junta duró hasta después de la media noche. En ella se examinó la situación grave creada por el ejército, debido al nombramiento del doctor Salvador Calderón Ramírez, como delegado supremo del ejecutivo, en los Departamentos de Nueva Segovia.

Se explicó que esa medida del Presidente Somoza significaba dividir al país política y militarmente. El General Somoza explicó que una parte del país sería prácticamente controlada por enemigos que lo rodeaban. La otra parte estaría bajo el dominio del ejército, cuyo comandante general era el Presidente Sacasa.

Dijo el Jefe Director que la Guardia estaba ante la disyuntiva de desaparecer eventualmente o sobrevivir, con el peligro de una guerra civil, frente a un sandinismo bien organizado, armado y legalizado, que gobernaría política y militarmente la tercera parte de Nicaragua.

Al centro, el General Sandino y el títere Sacasa, 2 de febrero 1933

Explosivas declaraciones en la “Nueva Prensa”

Acaban de ser publicadas en “La Nueva Prensa” unas declaraciones atribuidas al General Sandino, que éste no tuvo tiempo ya de rectificar, si no fueron ciertas. La informacién ponia en boca de Sandino la siguiente frase: “La Guardia es la hembra; yo soy el macho”.

“Según los asistentes, éste fue el explosivo que encendió la mecha. Todos los asistentes eran incondicionales del General Somoza. Se oyeron voces airadas hablando en favor de una oficialidad que se había fogueado combatiendo al sandinismo y que creía que éste mataba nicaragüenses en lucha infecunda y no por patriotismo.

Se discutió largamente la crítica situación, mientras que Sandino, su padre don Gregorio y el Ministro del Trabajo, don Sofonías Salvatierra, cenaban con el doctor Sacasa en Casa Presidencial.

La decisión fue unánime: “Precisaba liquidar a Sandino, se dijo, para bienestar y la paz de Nicaragua”.

Firma del Acta fatídica (Similar a la de Telpaneca)

Sin que hubiese objeción se levantó un acta que firmamos todos los oficiales presentes, y así quedó resuelta la muerte del César.

El General Sandino era siempre estrictamente vigilado cada vez que llegaba a Managua a negociar sus productos, y en esta ocasión, fue invitado para asistir a una fiesta intima que se Ilevaba a cabo en Casa Presidencial, y entonces fue más vigilado minuciosamente que antes, siguiendo con más precaución sus movimientos.

CUARTEL GENERAL, GUARDIA NACIONAL DE NICARAGUA

Managua, Nicaragua

Los suscritos, miembros del Estado Mayor de la Guardia Nacional y altos oficiales del mismo cuerpo, CONSIDERANDO que el país pasa por un momento de angustia proveniente del no desarme de las fuerzas del General Sandino, quien se había comprometido a efectuarlo el 17 de febrero pasado, valiéndose de subterfugios o imposiciones que van en mengua del buen nombre del gobierno de la Republica y del Ejercito que es la salvaguardia de las instituciones patrias; CONSIDERANDO que no nos cabe el derecho de deliberar, pero sí de robustecer la acción de aquel que tenemos como jefe superior a fin de que el en sus procedimientos este respaldado por la opinión unánime de los jefes y oficiales subordinados a su comando, ACORDAMOS dar un voto de confianza al Jefe Director de la Guardia Nacional, General Anastasio Somoza, a fin de que sus gestiones se encaminen a sacar avante el buen nombre de la República, de nuestro eximio gobernante Dr. Juan B. Sacasa y de la Guardia Nacional, único cuerpo armado de la República, que es el sostén de las instituciones nacionales.

Firmado de nuestra espontánea voluntad, en la ciudad de Managua, a los veintiún días del mes de febrero de mil novecientos treinta y cuatro a las siete de la noche.

1. General Anastasio Somoza García, Jefe Director de la Guardia Nacional;
2. General Gustavo Abaunza, Jefe del Estado Mayor de la Guardia Nacional;
3. Coronel Samuel Santos, Jefe de Operaciones e Inteligencia de la Guardia Nacional
4. Mayor Alfonso González Cervantes, Jefe de la Pagaduría de la Guardia Nacional;
5. Capitán Lizandro Delgadillo, Jefe de la 15ª. Compañía de la Guardia Nacional;
6. Capitán Francisco A. Mendieta, Jefe de Abastos de la Guardia Nacional;
7. Capitán Policarpo Gutiérrez (“Coto Gutiérrez”), de Servicio Temporal en Managua;
8. Capitán Carlos Tellería, Oficial Ayudante de la Guardia Nacional;
9. Capitán Diego López Roig, Jefe de la 17ª Compañía de la Guardia Nacional;
10. Teniente Federico Davidson Blanco, Oficial Ejecutivo de la 17ª. Compañía;
11. Teniente José Antonio López, Jefe de la Policía de Managua;
12. Teniente Ernesto Díaz, Segundo Jefe de la Policía de Managua;
13. Teniente Abelardo Cuadra Vega, Jefe del Segundo Batallón de la Guardia Nacional;
14. Subteniente César Sánchez, Oficial Ejecutivo de la Primera Compañía de la GN;
15. Oficial Carlos Zelaya
16. Camilo González Cervantes (Empleado Civil del Campo de Marte, amigo de correrías de Somoza, años más tarde nombrado General por Somoza en pago de sus servicios personales, por ciertas razones aún desconocidas).

Los asesinos del General Sandino

Comienzo de los preparativos

Inmediatamente se dispuso poner en práctica el plan, y sin pérdida de tiempo, se tomaron 15 hombres del Campo de Marte, 15 de Compañía 17, más 15 de la Policía y todos fueron embarcados en el camión G. N. 1 con los Oficiales Delgadillo, el coto Gutiérrez y los/Tenientes López Barrera, y Davison Blanco, tomaron como cuartel general el Campo de Aviación que esta próximo a la casa del Ministro don Sofonías Salvatierra.

(Todo indica que el plan del asesinato del Héroe de las Segovias, fue basado en parte o en similares, al argumento o planes, al que se ejecuté en el asesinato del Teniente Lewis Harold Trogler, acaecido en la ciudad de Telpaneca, Nicaragua, el 5 de octubre de 1929; cuya acción originó la sublevación más famosa en toda la historia del ejército Guardia Nacional de Nicaragua en aquella población).

Localización del guerrillero y sus compañeros

Al Campo de Aviación llegaron, pues las noticias de los detectives destacados para el objeto y dijeron que Sandino, Estrada y Umanzor, estaban en Casa Presidencial, y que Sócrates Sandino, con Santos López, en casa de Salvatierra; Ferreti fuera de casa, embriagándose de licor.

La captura de Sandino

El Oficial Delgadillo se fue con 15 números a emboscar a Sandino y se situó entre el vacío que existe entre la fortaleza del Hormiguero y la Imprenta Nacional; atravesaron un automóvil en la calle y en él, el Sargento J. Emilio Canales con una Thompson, simulando que arreglaba un desperfecto del vehículo.

No tenía apenas dos minutos de emboscados, cuando se divisaron las luces de un carro que bajaba de la Loma. Era el de Sandino a quien acompañaba Sofonías (el Ministro Salvatierra) y don Gregorio, (el padre de Sandino).

Canales, poniéndose una mano a manera de pantalla gritó: ¡Alto ese carro! ¡Alto ese carro! El chofer frenó, Estrada y Umanzor desenfundaron sus revólveres. Sandino les ordenó no defenderse pues “don Gregorio y Sofonías, no son hombres de guerra”, díjoles Sandino.

Delgadillo se acercó fungiendo de Cabo G. N. (Guardia Nacional) les notificó arresto y ordené que pasaran al Hormiguero. Todos los demás G. N. se acercaron detrás de Delgadillo y desarmaron a los ocupantes del automóvil. Solamente Sandino protestó en tono suave y caballeroso extrañándose del procedimiento y alegando su reciente amistad con Tacho, (el General Somoza), se le respondió con voces de patrulla.

El periodista Norberto Salinas de Aguilar, el General Sandino y el joven Rolando Murillo, quien fuera herido gravemente el día 21 de febrero de 1934, y falleció semanas después.

¡Mientras tanto!

Entre tanto, Gutiérrez y Davison Blanco, con 15 guardias nacionales rodearon la casa de Sofonías Salvatierra. Ambos grupos se mantenían en contacto por medio de espías que iban y venían en autos.

Dentro del Campo de Marte, mientras estos sucesos se desarrollaban, la poetisa peruana Zoila Rosa Cárdenas, decía versos bonitos en presencia del Jefe Director.

Tras del auto detenido de Sandino, iba en otro automóvil Maruca Sacasa, hija del Presidente de la República; se detuvo, y tras de algunas palabras con ella, lograron que se devolviese a la Loma. Ella avisé entonces a su padre. El Presidente Sacasa interrogó al Campo de Marte por teléfono, no se le contestó.

El General Somoza, vacila

Sandino envió al mismo Oficial donde Somoza. Es claro que no quería morir, pero no hubo de su parte humillación ni cobardía. Recordaba al Jefe de la Guardia en sus mensajes verbales, palabras de honor y recientes cambios de fotografías con fraternales dedicatorias.

Se le negó la presencia del Jefe Director en el Campo de Marte. El General Somoza, vaciló dos veces después de resuelta la ejecución por él mismo, y por la oficialidad, en ordenar que se llevase a cabo.

Los pelotones se pusieron de acuerdo así: Cuando se escucharan tiros por el lado del Barrio de Larreynaga; Gutiérrez y Davison Blanco, atacarían la casa de Salvatierra.

La ejecución

En el mismo camión G. N. 1, se los llevaron. Iban con ellos, Delgadillo y el Sub-Teniente Carlos Eddy Monterrey; Sofonías y don Gregorio, fueron bajados en El Hormiguero. No hubo despedida. Recostado contra la caseta del camión iba Sandino, Estrada y Umanzor, sentados en cuclillas.

Sandino llevaba hecha con ambas manos, la señal de la cruz, y parecía que rezaba. Llegados al lugar que se dice de la calavera en el Campo de Larreynaga; los ejecutaron en un potrero. La voz de fuego la dio el Capitán Delgadillo metido en un potrero disparando su revólver. Mandó el pelotón de la ejecución, el Sub-Teniente Monterrey.

Antes de morir Sandino, pidió permiso a Delgadillo para beber agua; se lo negaron, después le pidió para orinar, y tampoco, se lo negaron.

Seguramente, de cada una de esas peticiones de haberle sido concedida, él llevaba fija la idea de haberse dado a la fuga, confiado siempre en su buena estrella que de manera tan efectiva lo había protegido hasta esa noche.

Convencido de que ya la vida lo abandonaba, se metió las manos en los bolsillos del pantalón, eran bolsillos delanteros y dijo:

¡Jodido, mis lideres políticos me embrocaron!

Umanzor no habló, limitándose a que cuando fue despojado de sus efectos personales, no su ropa, dijo a un Sargento: “Le regalo ese paquete de cigarrillos y el pañuelo (un pañuelo rojinegro) guárdelo como recuerdo”.

Estrada le dijo a Sandino, cuando éste pedía los permisos: “No les pida nada a estos, General, deje que nos maten”.

Se sentaron los tres sobre un promontorio que hacen las carretas en los caminos; Sandino a la derecha, después Umanzor y Estrada.

Una vez ajusticiados, el cadáver de Sandino mostraba la cara empapada en sangre; tenía un balazo sobre la tetilla derecha y otro le había atravesado de sien a sien.

A Umanzor le habían entrado cuatro o cinco balazos en la cabeza, haciéndole un hoyo en forma circular del lado izquierdo, solo le quedaba el lóbulo de la oreja.

Estrada tenía dos balazos en el pecho; no recuerdo si alguno en la cabeza.

Sócrates Sandino, (hermano del General) tenía uno en el antebrazo, dos en el abdomen, y otro en la clavícula. En la fosa en que pusieron los cuerpos –los cinco en una misma– echaron también un ipegüe, o sea un chavalito como de diez años, con un tiro en la parte superior de la cabeza.

Estado Mayor del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN), frente al cuartel general ubicado en la casa de Blanca Arauz en San Rafael del Norte, Jinotega, Nicaragua, 1933

El sitio donde están los cadáveres

Los dos hermanos Sandino quedaron abajo: sobre éstos, Umanzor y Estrada, y entre estos últimos, el ipegüe. La fosa es rectangular, de oriente a occidente, y es ancha; pues da cabida para dos, uno junto al otro. Sandino está hacia el norte, Sócrates hacia el sur.

La situación exacta de la fosa es la siguiente: En la parte del Hospicio Zacarias, que mira al oriente, hay dos cuadros 0 galerones que se ocupaban para dormitorio de soldados; pues bien, casi al frente de la primera galera que mira al lago, y como siete metros hacia el propio lago, está enterrado Augusto César Sandino.

En casa de Salvatierra

El Coronel Santos López, que estaba en casa de Salvatierra, se defendió en ella como un león, lo mismo que Sócrates Sandino, pero López armado de una ametralladora Thompson y herido en una pierna, logró escapar.

El Coto Gutiérrez y Davison Blanco, al oír los disparos que sonaban por el barrio de Larreynaga, atacaron la casa de Salvatierra. Esa era la consigna.

En esa refriega pereció Sócrates Sandino, y su cadáver junto con el de un ni fio que pereció en la calle a consecuencia del tiroteo, fueron conducidos a la Penitenciaria, por el entonces Director de Policía, Domingo Meléndez.

De la Penitenciaria fueron trasladados ambos cadáveres a donde se encontraban los ajusticiados, para darles sepultura

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