Fortalecer nuestro proyecto frente a los embates imperiales


Tiempos difíciles se avizoraban con la llegada del trumpismo al poder y estos malos presagios, han empezado a cumplirse. Solo los ultraderechistas, los vendepatria, los lamebotas del imperialismo festejaron la victoria de un líder nada carismático; pero hecho a la medida del gran capital, de las transnacionales, de las farmacéuticas, de las empresas armamentista y de los fundamentalistas, a los que les ha prometido “devolver la grandeza” al llamado país de las barras y las estrellas.

Por Omar Aguilar Maradiaga, Radio La Primerísima.


Su “grandeza” ha sido construida por apoderarse de territorios ajenos que poseen recursos naturales valiosos e imprescindibles para la industria; por el control de zonas claves para el comercio internacional; del proteccionismo a la industria nacional y el recrudecimiento de los términos de intercambio comercial con ventaja para las empresas gringas; la expulsión de migrantes con mención especial a los provenientes de países con gobiernos de izquierda  y el recrudecimiento de las sanciones comerciales contra aquellos que adversan al imperialismo y no se dejan imponer su voluntad.

Algunos especialistas en la materia catalogan estas medidas como descabelladas, aventureras, mientras otros las avalan y aplauden. Ni los antiguos aliados se salvan y se sienten traicionados por aquel, a quien han seguido ciegamente a pesar de que les ha embarcado en guerras comerciales y armadas que sangran a sus propios pueblos y acaban con la vida de millones de personas en todo el globo terráqueo. Otros aseguran que esto es el inicio del fin del capitalismo y del unilateralismo, y que es un reflejo de la decadencia y la desesperación del imperialismo gringo.

El multilateralismo real viene tomando fuerza desde antes de la llegada de Trump y se materializa en los BRICS o en los acuerdos regionales; lejos del multilateralismo tradicional y proimperialista expresado en el FMI, BM y la OMC (la llamada Triada de Bretton Woods creada en 1944), la ONU, la OEA o la mismísima OTAN; organismos que desde hace mucho tiempo se volvieron obsoletos, desprestigiados y que representan los intereses de las transnacionales y del gran capital; que al fin y al cabo son los verdaderos tomadores de decisiones.

La respuesta a las medidas de Trump

Al tenor de las medidas arancelarias impuestas por el gobierno yanqui a la mayoría de países del mundo, sin el menor reparo y con el mayor de los descaros el secretario del Departamento del Tesoro, Scott Bessent, recomienda no tomar medidas similares, para no agravar la guerra comercial (que ellos han impuesto), bajo el argumento de que este es el límite máximo de la política arancelaria, siempre y cuando los países callen y se dejen imponer los aranceles sin chistar.

La política arancelaria ha impactado al mundo financiero, generando pánico en el mercado bursátil ante la posibilidad de un debilitamiento en el crecimiento económico y un aumento descontrolado de la inflación, lo que representaría un grave retroceso de las economías de los países en todo el mundo. Las medidas han generado un impacto comercial aún más negativo que la pandemia del Covid-19 y afectan sensiblemente la cadena de suministros y con ello las relaciones comerciales internacionales.

Algunos países pueden responder con reciprocidad a las medidas implementadas por el imperialismo yanqui o pueden resistir de mejor manera los impactos de dichas medidas, ya que cuentan con economías sólidas y son fuertes en el comercio internacional y pueden “golpear la mesa”. De hecho, China, Japón, Corea del Sur, Francia, entre otros, han empezado a actuar y responder con medida arancelarias similares a los principales productos norteamericanos.

Una amplia mayoría de los países no podrán responder de igual manera y en la misma medida al gravamen impuesto, ya sea por sus economías frágiles, por el riesgo a medidas más drásticas o por su dependencia del comercio con Estados Unidos. Otros, que ya enfrentan la imposición de sanciones económicas y políticas como medidas coercitivas o bloqueos arbitrarios, deben continuar fortaleciendo sus medidas internas, replanteándose la política productiva interna y exportadora, las relaciones comerciales, la incursión en nuevos mercados y el fortalecimiento de las relaciones a nivel regional y extrarregional, con socios que no impongan condiciones, ni respondan a la política imperialista.

Cuba ha resistido por décadas el bloqueo a la importación y exportación de alimentos, con la implementación de políticas para alcanzar la autosuficiencia alimentaria, procuran garantizar la producción con insumos internos y disminuyen la dependencia de materias primas.

Nicaragua cuenta con más de una veintena de estrategias productivas destinadas a garantizar la seguridad, la autosuficiencia y soberanía alimentarias, privilegiando la lucha contra la pobreza y el desarrollo humano.

México ya ha replanteado su política agraria y ha diseñado un plan para fortalecer su soberanía y autosuficiencia en la producción de alimentos. De manera similar, Venezuela también ha redefinido su política de producción interna.

A la luz de las nuevas medidas proteccionistas y arancelarias del imperio, los países afectados tendrán que actualizar y evaluar constantemente sus políticas, para minimizar los impactos y evitar un retroceso en la lucha contra la pobreza y el hambre. La reunión de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y Caribeños (CELAC) –que se realizará la próxima semana en Honduras– se espera tensa sobre todo por los temas de migración y de imposición de aranceles. Se espera la formación de un frente común que presione al gobierno estadounidense, le obligue a repensar las medidas impuestas, a suavizarlas y por qué no, a revertirlas, aunque esto no será una tarea fácil.

Fortalecer nuestro proyecto

En estos momentos difíciles, con apenas tres meses de trumpismo y que –si por la víspera se saca el día– tienden a empeorar, debemos fortalecer nuestra lucha, nuestro proyecto, nuestros principios, nuestra fe en el liderazgo de nuestro Copresidente Daniel y de nuestra Copresidenta Rosario, en nuestros compañeros de trabajo, en nuestra juventud, en nuestras mujeres, en nuestros hermanos que garantizan nuestra seguridad y paz, en los “nadie” a que refiere el maestro Eduardo Galeano y que solo gracias a la revolución se han convertido en “alguien”.

El fortalecimiento de nuestra ideología pasa por el estudio y revisión permanente de nuestros principios, el estudio de nuestro legado histórico; es decir el afianzamiento de nuestro pensamiento, el rejuvenecimiento constante de nuestro espíritu y el mantener viva la llama revolucionaria.

Como decía el célebre escritor y filósofo Fiódor Dostoievski, “un país no puede existir sin ideología” y es claro que entre más fuerte es nuestra ideología, más fuerte es nuestra resistencia ante la adversidad, más fuerte es nuestro espíritu de lucha, más creemos en hacer posible lo imposible y nos volvemos hombres y mujeres indoblegables; con una coraza a prueba de balas, de sanciones y aranceles perversos.

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