El 16 de julio de 1927, el General Augusto César Sandino, ordena y participa en el ataque al cuartel de los USMC en Ocotal que ocupaban el edificio que hoy en día es la Alcaldía Municipal de Ocotal. El General Sandino explica que el ataque a Ocotal tenía varios propósitos, uno de estos, fue probar que “preferimos la muerte antes que ser esclavos, porque la Paz que consiguió Moncada no es la paz que puede dar libertad a los hombres, sino que es la paz de que disfruta el esclavo, a quien nadie lo molesta porque todos lo dominan” (San Fernando, 17 de Julio de 1927).
Por Clemente Guido Martínez (*), Radio La Primerísima.
El oficial al mando de los USMC en Ocotal, era el capitán G.D. Hatfield, quien días antes había enviado al General Sandino unas cartas donde le “invitaba” a entregar sus armas a los Marines, y sus vidas serían respetadas; dado que Sandino se había negado a unirse al ignominioso pacto del Espino Negro suscrito por el General José María Moncada con el representante del Presidente de USA, Mr. Stimson. Sandino ya había suscrito el “Manifiesto de San Albino” (1 julio 1927), donde anunciaba su lucha por la Soberanía Nacional de Nicaragua. Y como única respuesta a Hatfield, decidió atacar Ocotal.
“Acepto la invitación a la lucha y yo mismo la provoco y al reto del invasor cobarde y de los traidores de mi Patria, contesto con mi grito de combate y mi pecho y el de mis soldados formarán murallas donde se lleguen a estrellar legiones de los enemigos de Nicaragua. Podrá morir el último de mis soldados, que son los soldados de la libertad de Nicaragua, pero antes, más de un batallón de los vuestros, invasor rubio, habrán mordido el polvo de mis agrestes montañas” (A.C. Sandino, 1 julio 1927)
“Venid, gleba de morfinómanos; venid a asesinarnos en nuestra propia tierra, que yo os espero a pie firme al frente de mis patriotas soldados, sin importarme el número de vosotros; pero tened presente que cuando esto suceda, la destrucción de vuestra grandeza trepidará en el Capitolio de Washington, enrojeciendo con vuestra sangre la esfera blanca que corona vuestra famosa White House, antro donde maquináis vuestros crímenes” (A.C. Sandino, San Albino 1 julio 1927)
El ataque inició a las 1:15 a.m. del sábado 16 de julio. La fuerza Sandinista estaba integrada por 60 hombres, según relata el propio General Sandino, y una multitud de campesinos desarmados que habían bajado junto con Sandino para castigar las casas de los Conservadores de Ocotal.
El Capitán G.D. Hatfield, en su reporte a sus superiores acantonados en Managua, en el Campo de Marte, asegura que las fuerzas Sandinistas eran de 400. “Las fuerzas de Sandino, creo, ascendieron a cerca de cuatrocientos y fueron aumentando por cerca de ciento aquí en la ciudad”, escribió en su informe del 20 de julio. Para Hatfield todos los hombres, armados o no, eran Sandinistas y enemigos.
En lo que ambos, Sandino y Hatfield están de acuerdo, es que el ataque a Ocotal duró 15 horas, intercaladas en diferentes momentos, y explica Sandino que tuvo la victoria en sus manos, pero por humanismo decidió no quemar las casas vecinas al cuartel norteamericano, para obligarlos a salir pues los dueños de estas viviendas le rogaron que no lo hiciera debido a que perderían todo lo que tenían.
“Las familias dueñas de casas que componían las dos manzanas nos suplicaron con lágrimas en los ojos, no acentuáramos la desgracia en que quedarían si procedemos a incendiar, y reflexionando que las que me suplicaban eran mis compatriotas, sacrifiqué el triunfo completo. Así fue que aquél atajo de cerdos quedó con vida, pues sobre mi triunfo se imponían los intereses de mis connacionales, y eso obligó a dar órdenes a mi gente para replegarse y salir en perfecta organización”, expresa el General de hombres libres en una carta del 1ero. Agosto de 1927.
Las pérdidas humanas reconocidas por Sandino ascienden a seis combatientes de los sesenta, o sea el 10% de su fuerza beligerante. Entre ellos lamenta la muerte del Coronel Antonio Rufo Marín, jefe sandinista que murió frente al cuartel de los USMC y de la Guardia Nacional, cuando instalaba una bandera rojinegra. “Desgraciadamente hubo que lamentar la muerte de seis de mis bravos soldados, entre ellos la del valiente Coronel Rufo Marín. La historia inmortalizará sus nombres” (A.C. Sandino, 1ero. Agosto de 1927).
Durante la batalla de Ocotal, por primera vez la “gleba de morfinómanos asesinos” aviadores yankees, hacen gala de su poder contra las fuerzas civiles y militares, al desatar una carnicería humana contra cientos de campesinos que habían bajado con las tropas del General Sandino, para castigar a los conservadores de Ocotal (la guerra civil Constitucionalista entre liberales y conservadores, todavía se sentía en las conciencias de la gente de Sandino, por lo que era inevitable que esta primera batalla por la Soberanía Nacional de Nicaragua, tuviera todavía tintes de la guerra civil recién concluida el 4 de mayo de ese mismo año).
Hatfield informa a sus superiores que “según el número de muertos visto, el número de funerales celebrados los siguientes días, y el aumento del tamaño del cementerio, creo que había por lo menos trescientos muertos” (20 de julio de 1927, informe al Comandante General de la segunda Brigada USMC).
El militar intervencionista yankee nos da una narración post-batalla algo tenebrosa. “Ellos (los Sandinistas), admiten catorce muertos y veinte ciudadanos de la ciudad heridos, así que debe haber muchos más, de los cuales no han dicho nada. Sin embargo, han sido de tres a diez funerales de la Iglesia todos los días desde la batalla, y solo las mejores familias tienen los funerales de la Iglesia, las clases trabajadoras son atados en un saco y puestos en el sepulcro sin ceremonia”, asegura Hatfield.
Si la apreciación de Hatfield es cierta, entonces estamos hablando de una verdadera masacre de civiles, no de combatientes sandinistas, que oscilarán entre la versión del General Sandino (seis) y la de Hatfield (14) entre seis y catorce sandinistas muertos en combate y solamente un USMC muerto en el ataque. “Fue durante el segundo ataque que el soldado Obleski (Michael A. Obleski) fue asesinado por un francotirador desde una pared contigua”. Hatfield también admite a un soldado USMC herido, Charles S. Garrison.
De los civiles muertos, los norteamericanos solamente admiten haber sido responsables de la muerte “accidental” de un Senador del Congreso Nacional de Nicaragua, el Senador Paguaga. “Es la única muerte civil de lo cual nuestras fuerzas son responsables, y los demás fueron asesinados por los hombres de Sandino (se refiere a nueve civiles muertos durante el combate, diez con Paguaga).
Pero Hatfield no hace referencia a quién mató a la inmensa cantidad de personas que él mismo reporta, 300, y que no eran combatientes beligerantes, sino civiles. No hay duda que algunos más fueron muertos por las tropas Sandinistas durante la toma de Ocotal que duró 15 horas, pero la inmensa mayoría fueron muertos por los ataques aéreos de la “gleba de morfinómanos asesinos”, que desde las alturas difícilmente podrían haber diferenciado entre combatientes y civiles.
Cinco aviones sobrevolaron alrededor de las 14:35 h, disparando ametralladoras y lanzando bombas hasta las 15:20 h, cuando regresaron a Managua. (Hatfield, 20 julio 1927).
Las muertes de civiles ocasionadas por la “gleba de morfinómanos asesinos” es reconocida implícitamente por Hatfield, quien sin querer nos da una confirmación de este hecho, en dos de sus informes presentados a sus superiores. El 28 de julio, o sea doce días después de la batalla, Hatfield reconoce que el jefe político de Ocotal, informó que “a lo largo del río” encontraron “un centenar o más” de muertos.
Y esto, no podría haber sido más que un resultado del ataque aéreo, pues el mismo Hatfield, informó el propio 16 de julio después de la batalla (en su primer informe), que un avión piloteado por el artillero marina Wodarczyk “atacó a un punto en el río una milla sureste de la ciudad”. Exactamente el punto donde fueron encontrados posteriormente ese “centenar o más” de muertos, que no podían haber sido víctimas más que de ese ataque aéreo indiscriminado de Wodarczyk, quien disparó todas sus rondas, 350 en total. Cada avión llevaba bombas de fragmentación de 17 libras y dos pistolas con 800 rondas de municiones. Ese día, según Hatfield, participaron dos aviones en horas de la mañana, y cinco aviones en horas de la tarde.
Analizando los informes de Hatfield y del General Sandino, llego a la conclusión que ciertamente en la batalla de Ocotal hubo una masacre, pero no fue perpetrada por las tropas Sandinistas, sino por los “morfinómanos asesinos” aviadores yankees, quienes dejaron caer fuego del cielo sobre los civiles que huían de Ocotal y aquellos que estaban refugiados en sus casas en la ciudad. Las bajas ocasionadas a las tropas Sandinistas que en número de 60 habían atacado Ocotal, no fueron numerosas (seis según el General Sandino, catorce según Hatfield), todos los demás fueron civiles desarmados, solidarios con la causa sandinista.
Así comenzó la guerra por la liberación de Nicaragua el 16 de julio de 1927, liderada por el General Augusto C. Sandino. Así los yankees demostraron que la vida de los nicaragüenses no les importaba, por el contrario el General Sandino sí demostró humanidad y solidaridad con los nicaragüenses al evitar el incendio de las dos manzanas de casas para derrotar plenamente a los yankees, pero aun así, la derrota fue de los yankees, pues Sandino demostró que no eran invencibles, y demostró que eran inhumanos, bien les dijo en su Manifiesto del 1 de julio: “Venid, gleba de morfinómanos; venid a asesinarnos en nuestra propia tierra”.
“Los pesimistas dirán que soy muy pequeño para la obra que tengo emprendida; pero mi insignificancia está sobrepujada por la altivez de mi corazón de patriota, y así juro ante la Patria y ante la historia que mi espada defenderá, el decoro nacional y que será redención para los oprimidos” (A.C. Sandino, 1 julio 1927, San Albino).
Así inició la guerra por la liberación y en defensa de la Soberanía Nacional de Nicaragua.
(*) Vicepresidente de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua (AGHN).