En la foto de portada, al centro José Benito Escobar y a la derecha, Daniel Ortega Saavedra durante una conferencia de prensa en La Habana, Cuba, pocos días después que ambos salieron de la cárcel donde estuvieron más de 7 años y fuero liberados por el Comando Juan José Quezada en diciembre de 1974.
Por Radio La Primerísima
Extractos tomados del libro de Armando Amador, “El exilio y las Bandera de Nicaragua”, publicado en México en junio de 1987. Segmento dedicado a José Benito Escobar, titulado “Raíces de un revolucionario”.
La familia Escobar Pérez era muy unida y Orlando, Inocente y José Benito habían nacido en la “Bajada de Cachirulo” del Barrio de Pescadores de Managua, en las cercanías del Hospital Militar estadounidense; en la parte sur estaba la Cervecería y al occidente el barrio Miralagos y la Plaza Candelaria; el Parque Fray Bartolomé de las Casas cruzaba la línea del ferrocarril, al norte el Lago de Managua y rumbo a la Estación de Trenes, la Colonia Dambach que había construido un magnate de la industria del cemento asociado a Somoza García en los negocios desde entonces.
El Barrio de Pescadores tenía una Plaza Roja, donde había mitines los cuales estaban siempre nutridos de obreros de la Cervecería, zapateros, sastres, albañiles y carpinteros.
Cuando eran niños, los hermanos Escobar Pérez cortaban mangos en las alamedas de la Quinta Nina, un poco más allá de la planta eléctrica y de la Cervecería. Gozaban de prestigio como jugadores de beisbol. Ayudaban a sus padres cuando había dulces caseros para vender y pasaban momentos en la casa de Domingo Camacho, oyendo narraciones sobre las luchas de los obreros en los sindicatos y comentarios sobre libros socialistas, y allí donde había niñas graciosas, juguetonas y muy dispuestas a correr y saltar por la Bajada de Cachirulo.
José Benito Escobar poseía una raíz sandinista muy honda en su mundo interior. Había crecido siempre rodeado de obreros y gentes sencillas del Barrio de Pescadores de Managua. Durante su niñez y cuando apenas apuntaba la adolescencia, supo expresar sus sentimientos sin inhibiciones, sabía desplazarse entre amigos y vecinos con firmeza y claridad de palabra. Oía y observaba muy discreto pero era muy afirmativo en sus comentarios personales.
El asesinato de su hermano Orlando
Cuando la Guardia Somocista asesinó en 1946 a Orlando, hermano mayor muy querido y estimado por las familias vecinas, semejante acto de brutalidad represora sacudió en sus entrañas a todos y lágrimas de indignación brotaban entre los mayores del grupo. Los hermanos Inocente y José Benito, en esa hora de dolor, sellaron el compromiso profundo de asumir la vía revolucionaria como respuesta frente al crimen.
Los hermanos Inocente y José Benito formularon ideas en torno a un proyecto como si fueran egresados de una universidad de la existencia, y recapitularan materias antes de empezar otra etapa de su vida. Estaban en las vísperas de otros tiempos y poseían coraje para ponerse en camino hacia la Revolución.
Los sucesos más sugestivos que habían estremecido a José Benito fueron la acción reivindicadora de Rigoberto López Pérez al liquidar a Somoza García, y la victoria de la Revolución Cubana. Pero a mitad de 1959, la masacre de El Chaparral y de los estudiantes en León, ya definieron situaciones de compromiso inmediato para la acción pronto, sin cavilaciones. En forma responsable, asumió la Secretaría de Organización de Juventud Patriótica Nicaragüense (JPN). José Benito y sus otros compañeros, incluyendo a Inocente Escobar, pasaron a desempeñar misiones específicas, sin reposo. Así surgió la escuela revolucionaria en las colinas y serranías de El Crucero de Managua, para manejo de armas y entrenamiento físico.
Con Carlos Fonseca
José Benito salió de Managua en busca de Carlos Fonseca, uno de los heridos y sobrevivientes de la masacre de El Chaparral, a fin de examinar la organización del movimiento liberador nacional y adoptar principios y línea política para la preparación de los cuadros revolucionarios. No hubo inconvenientes. Había afinidad entre ambos líderes y a la vez conoció a otros precursores y forjadores del destacamento de avanzada que pondría en marcha la campaña emancipadora.
Cuando José Benito regresó a Managua a movilizar esfuerzos revolucionarios, estaba unido a Jorge Navarro, Rigoberto Cruz (Pablo Úbeda), Francisco Buitrago, Faustino Ruiz, Inocente Escobar y Rolando Roque, entre otros cuadros de la lucha inicial. Compraron un equipo usado para lanzar al aire Radio Liberación y por otro lado era editada Trinchera, como arma efectiva para unir y sumar voluntades para la obra transformadora.
El primer aniversario de la masacre de los estudiantes de León constituyó una actividad de calle, junto a estudiantes y los combatientes revolucionarios, hubo demostraciones del pueblo para cambiar de nombre a la Avenida Roosevelt por Avenida Augusto C. Sandino en Managua; y presentaron choque a la Guardia Somocista como prueba organizativa de la lucha pública.
Una escuadra integrada por José Benito Escobar, Óscar Turcios y otros cuadros del FSLN, intervino en los actos públicos y en centros privados para conmemorar a los Mártires de Chicago, cada primero de mayo, en Managua. El cambio de la estrategia revolucionaria proclamada en los mitines obreros, arengando que la justicia social solo sería alcanzada por los fusiles, era causa de los discursos de Inocente Escobar y Daniel Ortega Saavedra, en 1963, 1964 y 1965, como expresiones de la audacia sandinista.
De las operaciones clandestinas y públicas, José Benito Escobar pasaría a cumplir misiones más riesgosas para la adquisición de armas fuera de Nicaragua, junto a Inocente y otros intrépidos compañeros del FSLN. A la vez era tarea vital imprimir documentos ideológicos y estudios de la teoría científica para conducir la Revolución.
Después de Bocay, en 1963, una prueba histórica del proceso revolucionario, José Benito Escobar pasó a la vida clandestina en 1964, y trasladó armas a cualquier parte de Nicaragua. Luego haría vida legal en 1966. Ese año, la oficina de seguridad de la tiranía capturó y aplicó tormentos a José Benito. Una campaña tenaz logró liberarlo y otra vez hizo vida clandestina en 1967, realizó fogueos de montaña y estuvo en plena acción en Zinica, cuando ocurre la operación de Pancasán.
Tareas más complicadas realizaría José Benito, hasta convertirse en Comandante del FSLN y ocupar cargos en la Dirección Nacional; actúa en las zonas rurales de Nueva Segovia, inclusive en la formación de la escuela revolucionaria de Estelí, para manejo de armas y la preparación militar. Además organizó las células campesinas y de obreros agrícolas.
Cuando cae Carlos Fonseca en 1976, y Tomás Borge es capturado espectacularmente por las tropas de choque de la GN, José Benito asume la dirección del FSLN y con espíritu unitario orienta las relaciones internas de la vanguardia y a sus compromisos para desarrollar la guerra liberadora, aplica sus propias ideas respecto al proceso dialéctico de la lucha revolucionaria. Sostenía que la Revolución había sido iniciada por un grupo creador de la vanguardia, pero la cristalizaría nuestro pueblo en armas bajo la dirección del FSLN.
José Benito cae en Estelí el 15 de julio de 1978, por la acción delatora de un canalla, cuando solo quedaban 12 meses para alcanzar la victoria de la Revolución Popular Sandinista, a la cual consagró sus raíces esenciales y sus energías, y las más reflexivas meditaciones que plasmara en obras de liberación.
Dibujo elaborado por Lenin Cerna en la cárcel, en donde fue compañero de José Benito Escobar entre 1967 y 1974
José Benito, un hombre de muchas cualidades
En el libro “Y se rompió el silencio”, publicado en 1980 por el Departamento de Propaganda y Educación Política del FSLN, el comandante guerrillero Lenin Cerna, quien compartió cárcel con José Benito Escobar durante muchos años, recuerda:
«Fue el segundo compañero que conocí en la organización. Cuando lo conocí él tenía el seudónimo de “Plata. Posteriormente tuvimos la oportunidad de estar juntos en la lucha, en la zona de occidente. Él fue mi responsable en el año del 64. Junto con otro compañero realizamos otras tareas.
Recuerdo que él fue el primero que me llevó un esténcil para hacer un dibujo. El primer dibujo de “Trinchera”, que era el periódico nuestro en la clandestinidad. Era un dibujito, creo que un muchacho corriendo con un fusil, y atrás un sol. Me habían orientado sacar una imagen así y ese fue el primer trabajo de este tipo, que él me dio.
José Benito, como miembro de la Dirección Nacional, indudablemente resumía una serie de cualidades que hacen precisamente posible que sea miembro de la Dirección Nacional. José Benito era un compañero justamente de la clase obrera, pero el nivel de él está muy por encima de la mayoría de nosotros.
Como miembro de la clase obrera, era albañil, era capaz de resolver situaciones de carácter práctico que nosotros no podíamos; eso parece que no fuera importante y sí lo es. El hombre naturalmente desenvuelto en un ambiente pequeño burgués tiene tendencia al consumismo o a la irresolución de problemas o abandona los problemas. El obrero se forja en las dificultades, aprende a vencerlas con sus propios medios, porque no tiene otra alternativa, tiene que buscar el agua en el lugar en que está, porque no puede comprar agua embotellada, toda una serie de cosas que son las que forjan la mentalidad del obrero. José Benito reflejaba eso, nosotros teníamos problemas dentro de la cárcel, problemas incluso que eran muy importantes para nuestro sostenimiento allí y él los resolvía.
Por ejemplo, se nos descomponía un radio, él no sabía quizás como componerlo, pero le hallaba solución y así, como esta había situaciones en las cuales su mentalidad práctica tenía una respuesta rápida. Cuando teníamos problemas o problemitas de cualquier tipo y no le encontrábamos, con José Benito siempre había una.
De José Benito tenemos montones de anécdotas. Con él aprendimos a cocinar, a hacer labores que solo en la montaña las pudimos haber aprendido. Por ejemplo, en la cárcel había tantas dificultades para conseguir algunas cosas; sin embargo con José Benito se conseguían.
Recuerdo cuando cocinaban, había gente (como yo) que nunca había cocinado, parece mentira pero es cierto; casi todos los combatientes cuando tienen un tiempo de estar en la clandestinidad aprenden a cocinar, pero claro no es lo mismo cocinar, que cocinar bien. Nosotros aprendimos a cocinar bien con José Benito. Tradicionalmente sabíamos hacer un huevo frito o un bistec pero José Benito era un hombre que te hablaba de “lengua fingida”. Te hablaba de cosas que para nosotros estaban a un nivel profesional».
A continuación, algunos breves testimonios de quienes lo conocieron, publicados en la página de Facebook de la periodista Margine Gutiérrez.
Sergio Erick Ardón Ramírez, arquitecto costarricense
Estando en La Habana me ayudó a resolver algunas necesidades orientándome y acompañándome a resolverlas de forma afable y paciente. Nunca supe que fuera miembro de la Dirección Nacional. Fue cuando cayó que conocí de sus responsabilidades y su nombre.
Mariantonieta Gutierrez Buchting
Es un honor haberlo conocido. Lo llamábamos Bigote, por su hermoso bigote. Me llamaba hija, me dio es cuela militar junto a otros compañeros como: Ajax Gonzalez, Daniel Montenegro, Miriam Corea, Iván González, Pablo Corea y una compañera de seudónimo Carol, nos dio estudios marxistas y también tareas a desarrollar, abrir nuestras mentes lo relacionado a la lucha y también a la historia. El día que lo mataron, publicamos un comunicado por Julio Buitrago y fue para ambos, al final decía “Que las lágrimas derramadas por los nuestros se convierta en fuego de metralla” PLOM. A su memoria que sigue presente.
Freddy Antonio Moncada Iglesias
Tuve el gran gusto y honor de conocerlo un día antes de su muerte, casualmente al mediodía del 14 de julio de 1978, cuando regresé de clases. Él estaba en la sala de la casa de mi padre, Filemón Moncada. Yo no lo conocía, no sabía quién era pero imaginé que era algún compañero guerrillero. Al día siguiente la noticia de su muerte, y mi papá nos reunió a todos en la casa y nos comentó que habían asesinado al compañero que estaba con él el día anterior y por las noticias nos dimos cuenta que se trataba del Comandante José Benito Escobar. Honor, Gloria y Lealtad.
Comandante guerrillero Cristian Pichardo
Su presencia en las montañas de La Rica Arriba (San Sebastián de Yalí) de Jinotega, nos llenó de fortaleza. Constató el trabajo realizado de base social del campo, la moral de nuestra columna guerrillera César Augusto Pinel. Permaneció durante 15 días y luego bajó a la ciudad. Nos enteramos tres días después de su asesinato. Gloria eterna a José Benito.
Lucy Saavedra
Tuve el honor, cuando tenía 15 años, de ser reclutada por él. Su humildad y firmeza me marcaron para toda la vida.